El principal reproche lo tiene Óscar Aguad, que no entiende que Srur tardara 48 horas en advertirle de la situación del submarino y de sus 44 tripulantes. El miércoles de la semana pasada, cuando se perdió el contacto con el ARA San Juan, el ministro entiende que debió ser informado de inmediato. En el edificio Libertador, sede de la Armada, no pensaron lo mismo y apelan al protocolo. Siguieron lo estipulado, «es de libro», observa una fuente del emblemático edificio.
La tensión entre ministro y Armada tiene de telón de fondo la decisión de Aguad, amigo personal de Mauricio Macri, de optar por la compra de cinco aviones Super Étendart a Francia para la Fuerza Aérea, en detrimento de la Armada. El almirante no le perdonaría al ministro la falta de sensibilidad frente a una Fuerza que continúa en situación precaria y que ha tenido que superar y ha sido capaz de soltar lastre de la demonización de la dictadura (1976-83). Algo que nunca se logra totalmente en Argentina, pero que ha requerido enormes esfuerzos y sacrificios.
En una entrevista reciente con ABC, Srur aseguraba: «Los argentinos entienden que esta Armada es nueva y el pasado ya no nos condena. Hoy día, la sociedad nos ve de otro modo, nos identifica con los apoyos que ofrecemos frente a catástrofes, incendios, inundaciones… Estamos con el pueblo y la gente nos ve como lo que somos, parte de la sociedad».
ABC
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