Asimismo, aunque se produjo en un contexto diferente, el caso de Fukushima es otro significativo suceso de impacto global, que generó reacciones de rechazo sobre la posibilidad de instalar plantas nucleares en proximidad de zonas pobladas.
Si bien estos casos son los que están más presentes en la opinión pública internacional, es menester resaltar que actualmente hay 400 centrales nucleares operativas en 30 países y 60 en construcción, siendo Estados Unidos, Japón, Rusia quienes lideran este segmento.
Hablamos de un escenario que deja planteos abiertos sobre la seguridad, tal como el representativo caso de la central nuclear Metsamor, que comienza a llamar la atención por el riesgo latente de contar con una construcción que data de la época soviética, con tecnología anticuada y mecanismos de contención frágiles frente a una eventual probabilidad de accidente.
De qué se trata Metsamor
Metsamor es la planta de energía nuclear construida por la entonces URSS a sólo 36 km de la capital armenia Ereván, más precisamente en la ciudad que lleva el nombre de la planta. Dos reactores de basalto sólido suministran energía desde 1976 y 1980 teniendo un tiempo de vida estimado en 30 años.
El riesgo siempre estuvo presente desde la instalación del primer reactor, siendo que la región es de alto nivel sísmico. Se tratan de las primeras plantas rusas diseñadas para ser construidas en una geografía de este tipo. En la década del 80 se planificó construir dos unidades más, pero tras la tragedia de Chernóbil no se llevó a cabo.
Es importante resaltar que en 1988 Armenia sufrió un fuerte terremoto que provocó la muerte de al menos 25 mil personas. Aunque el episodio ocurrió en el noreste del país y la central nuclear no sufrió daños y siguió operando, al año siguiente debió cerrar puesto que el terremoto dejó entrever vulnerabilidad ante movimiento sísmicos reflejando problemas de seguridad.
Considerando que es un recurso que produce alrededor del 40% de la energía del país, en los 90 la crisis económica llevó a reiniciar únicamente el funcionamiento de la Unidad 2 de Metsamor. Desde entonces, la Agencia Internacional de Energía Atómica ha estado participando y asistiendo en las mejoras de seguridad. La planta ha sido operada por compañías rusas desde 2003, como parte de un plazo de cinco años cooperando con la financiación de las deudas del Estado armenio.
Es menester tener presente que la energía nuclear es vital para la seguridad energética de Armenia. Sin mar, sin recursos de gas natural o petróleo, Metsamor cumple un papel estratégico. Asimismo, el gobierno no cuenta con el presupuesto económico para extender la amortización de la central, por lo que depende del dinero ruso para mantener con vida este único pero peligroso recurso.
En función de ello se entrevé el interés del Estado de extender la vida útil de la central que terminaría en el 2016. Rusia se comprometió a extenderla por 10 años más mediante la construcción de obras, acordando proveerle $300 millones de dólares sumado a una donación de $30 millones dólares y un préstamo de $270 millones dólares por 15 años. Estas obras se realizarán durante el 2017 durante algunos meses.
De este modo se estima que para el 2026 se desmantelaría, pero ello presentaría un problema importante para la “independencia” energética armenia, planteándose debates sobre su seguridad a largo plazo.
A pesar de los programas de financiación para extender su funcionamiento los riesgos existen y encienden las luces de alarma porque la planta Metsamor es uno de sólo uno pocos restantes reactores nucleares que se construyeron sin estructura de contención primaria para absorber elementos peligrosos en caso de un accidente.
Más allá de un accidente nuclear
En primera instancia, se puede entrever que el primero de los riesgos se debe a la geografía. La central construyó para soportar terremotos de 9 grados de magnitud en una zona de alto nivel sísmico que registra una magnitud de 11 grados. Tal como se mencionó anteriormente, Metsamor cerró tras el terremoto armenio de 6.9 de magnitud. Fukushima ha demostrado que los riesgos asociados con la actividad sísmica no pueden ser simplemente dejado de lado.
Metsamor.
La ciudad de Metsamor está próxima a la frontera oriental de Turquía y Georgia. De acuerdo a analistas y especialistas en el tema, un desastre natural en el Metsamor sería suficiente para que esas regiones estén expuestas a alta radiactividad en un corto periodo de tiempo.
Pero la seguridad de esta planta nuclear en términos sísmicos y los problemas financieros del país, no son las únicas preocupaciones. Otros problemas están emergiendo en torno a Metsamor: el contrabando de material nuclear y reactivo; traslado ilegal de materiales de desechos nucleares; eventuales intentos de contrabandear el Uranio Altamente Enriquecido y Cesio-137 desde el territorio de Armenia. Se registra que ex empleados de la central han sido arrestados en Georgia planeando vender el Uranio-238 con un precio de 200 millones de dólares estadounidenses a la región del Medio Oriente.
Los déficits en el control y grupos que emprenden actividades ilícitas representan un peligro porque pueden acceder a insumos (y comercializarlos) para la preparación de “bombas sucias” y otros materiales nocivos que difunden la radiactividad durante la explosión. En efecto, las fuentes radiactivas también podrían utilizarse con el fin malicioso. Las fuentes radiactivas descontroladas también tienen el potencial de dañar la salud humana y el medio ambiente. El descarte y desecho ilegal de fuentes radiactivas, cuando se funde en las plantas de reciclaje de metal, puede llevar a graves consecuencias ambientales y económicas.
Pero más allá del debate de la seguridad de esta planta nuclear, otros problemas están emergiendo en torno a Metsamor. El contrabando
de material nuclear y reactivo, así como el traslado ilegal de materiales de desechos nucleares y hasta grupos que han intentado contrabandear el Uranio Altamente Enriquecido y Cesio-137 desde el territorio de Armenia. Hasta ex.empleados han sido arrestados en Georgia planeando vender el Uranio-238 con un precio de 200 millones de dólares estadounidenses a la región del Medio Oriente.
Los déficit en el control y grupos que emprenden actividades ilícitas representan un peligro porque pueden acceder a insumos (y comercializarlos) para la preparación de “bombas sucias” y otros materiales nocivos que difunden la radiactividad durante la explosión.
Armenia tiene compromisos asumidos en el marco del Acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para la Aplicación de Salvaguardias en relación con el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, la Convención sobre la Protección Física de los Materiales Nucleares, la Convención sobre Seguridad Nuclear, la Convención Internacional para la Supresión de Actos de Terrorismo Nuclear, el Código de Conducta sobre la Seguridad Tecnológica y Física de las Fuentes Radiactivas y la Guía sobre Importación y Exportación de Fuentes Radiactivas, así como, de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 1373 (2001) y 1540 (2004) sobre la prevención de la proliferación de armas nucleares, químicas, biológicas y sus sistemas vectores.
La cantidad de incidentes, arrestos y capturas de sospechosos que procuraban el tráfico ilícito de material radiactivo y desechos nucleares, está generando señales de alerta en el Cáucaso y la preocupación va más allá de esta región. En lo inmediato, hay expectativas para que Ereván pase a tener un cambio radical en su política de control frente a estos grupos marginales que cometen actos ilegales, siendo que cada vez se repiten con mayor frecuencia y en diferentes oportunidades se trata de secuestros de material nuclear aptas para armas.
Con incipientes reacciones y planteos sobre la cuestión de desmantelar la instalación nuclear de Metsamor; el tema está tomando visibilidad en la prensa producto del significativo riesgo por su anticuada tecnología y fragilidad de protección.
No es necesario remarcar las dimensiones de la amenaza del terrorismo a escala global, por lo tanto; los incidentes de traficantes que aprovechan las debilidades de seguridad de esta central de Metsamor, que está en funcionamiento al límite de su vida útil programada desde sus inicios, no son solo una preocupación de la región. Como remarca Alexandr Murinson, ya no se trata de un problema del Cáucaso y su alcance es un asunto que está en la mesa de trabajo de todas las oficinas de contraterrorismo de todo el mundo.
Mirada crítica de la Unión Europea
Durante los años 2010 – 2011 la UE ha realizado varios llamados para que Metsamor cerrara antes del 2016 tal como lo estimaba el acuerdo firmado en 1999, donde se fijó el fin de su funcionamiento antes de la fecha estimada de cierre.
Hace siete años, el entonces enviado de la Unión Europea llamó la instalación de la central como “un peligro para toda la región”, proponiendo un préstamo de 200 millones euros para financiar el cierre de Metsamor. Pero Armenia rechazó la oferta, considerando que le proporciona casi el 40% de la energía al país.
El bloque comunitario europeo la calificó en la categoría “más antigua y menos fiable” de todos los reactores soviéticos construidos en Europa oriental y en el entonces espacio de URSS. Esta preocupación ha sido manifestada en diferentes documentos estipulados por Consejo Europeo: Doc. 9148 del 27/06/01; Doc. 9336 del 31/01/02; Doc. 9444 de 07/05/02.
El entonces jefe de la delegación de Unión Europea en Armenia, Traian Hristea, presentó el informe de la Política Europea de Buena Vecindad marcando que el futuro de Metsamor será uno de los tantos principales temas de agenda en las relaciones entre ambos actores hasta solucionarse la controversia.
El diseño de la central nuclear Metsamor es muy parecida a las que UE insistió cerrar antes de que Bulgaria y Eslovaquia ingresaran al bloque comunitario.
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