Las consultas de Italia reabren la herida entre norte y sur

  30 Octubre 2017    Leído: 478
Las consultas de Italia reabren la herida entre norte y sur
El éxito de los referendos de Lombardía y Véneto encienden el debate federalista mientras más regiones se plantean exigir una mejora de su financiación y mayores competencias
Italia amaneció el lunes pasado con un elefante en el salón. El nítido resultado de los referendos de Lombardía y Véneto a favor de reclamar más autonomía al Gobierno reabrió el debate sobre el modelo de Estado que debe articular un país con una brecha enorme todavía entre norte y sur. Ese mismo lunes, Luca Zaia, presidente de la región véneta, percibió la corriente favorable y exigió un estatuto especial, mucho más de lo que contenía la pregunta de la consulta. Algo se mueve en Italia. Hasta Matteo Renzi, líder del PD en el polo opuesto de esa visión, reconoció la fuerza del nuevo autonomismo. Pero el debate es tan difícil de gestionar a seis meses de las elecciones generales que incluso la Liga Norte, promotora del referéndum, ha borrado el apellido "norte" de su nombre.


El viejo sueño secesionista de la Liga de Umberto Bossi, hoy condenado por robar a su partido, fue enterrado por sus propios votantes. Pero el relato de los agravios económicos entre el norte y el sur de Italia se ha mantenido intacto. Lombardía, la ventana de Italia a Europa, arrastra hoy un déficit fiscal de 54.000 millones de euros anuales. El de Emilia-Romaña, la segunda comunidad más rica, llega a 18.000 millones; el de Véneto son 13.000 y el de Torino 8.000. Ninguna de ellas —suman una población de 25 millones, casi la mitad de la República de Italia— tiene un estatuto especial, como sí poseen otras cinco regiones (Friuli Venecia Julia, Cerdeña, Sicilia, Trentino-Alto Adige y Tirol del Sur y el Valle de Aosta). Pero la corriente se extiende y, de momento, Liguria también quiere su referéndum. Más dinero, más poder.

El nuevo federalismo que emana del norte se observa también con interés desde regiones meridionales como la Apulia, Campania o Sicilia, que celebra elecciones el próximo domingo. Roma, embarrancada en relato de mala gestión, no transmite confianza. Esta vez, los partidos sin respuestas claras y la sombra catalana de fondo, corren el riesgo de ser barridos en primavera.

Lombardía arrastra hoy un déficit fiscal de 54.000 millones de euros anuales, el de Emilia-Romaña llega a 18.000 millone y el de Véneto son 13.000
El elemento Luca Zaia, un verso suelto dentro de la Liga que ya fue ministro de Agricultura con Silvio Berlusconi y hoy representa la única alternativa a Matteo Salvini en el partido, ha cambiado la velocidad de este particular proceso. El presidente de Véneto —que también suena para liderar la coalición de centroderecha— ya había intentado formular la pregunta del referéndum de forma más radical, incluso rozando premisas secesionistas. El Tribunal Constitucional le tumbó en varias ocasiones el planteamiento y aceptó la diluida pregunta final. Se fijó un quórum para la participación del 50% de los votos más uno, y finalmente se llegó al 60% (con un 95% de síes).

En plena lucha con Silvio Berlusconi (Forza Italia) por decidir quién lidera la coalición de centroderecha que se disponen a formar para las elecciones —en caso de resultar vencedores, quien obtenga más votos elegiría también al primer ministro—, Matteo Salvini es incapaz de disimular la incomodidad que le han provocado los referendos de Lombardía y Véneto.

Las consultas han sido organizadas por dos grandes líderes de su partido (Maroni y Zaia) obviando el discurso de corte nacional que había adoptado la formación xenófoba. Casualidad o no, esta semana Salvini ha anunciado que el partido pasará a llamarse Liga, a secas.

Es decir, la palabra Norte desaparece del mapa y permite una refundación estética de lo que se había producido ya en los últimos tiempos con el cambio de discurso. “Hace tiempo que la Liga compite a nivel nacional para transformar Italia en un país federal”, ha señalado para demostrar la lógica del cambio de nombre.

El fenómeno autonomista cambia el paso también de la propia Liga Norte, convertida por Salvini en un partido lepenista de corte nacional centrado en el discurso antinmigración. Un artefacto político digerible en un sur castigado en los últimos años por la falta de recursos para acoger una oleada de 250.000 migrantes anuales, pero desconcertada ahora con los referendos.

El próximo domingo, de hecho, se celebran unas elecciones cruciales en Sicilia. El M5S y el centroderecha se disputarán la presidencia de una región que ya tiene un estatuto especial, pero que podría ver con recelos la defensa de un nuevo régimen que traspase recursos al norte de Italia.

El lunes, con los resultados sobre la mesa, Zaia reflexionó, se vio con mayor peso político y desempolvó su vertiente radical pidiendo el estatuto especial. Una exigencia inasumible —descolocó incluso al líder de su partido, Salvini, incómodo con el referéndum— que requeriría una reforma de la Constitución promulgada el 1 de enero de 1948. La caja de los truenos.

Stefano Ceccanti, exsenador del Partido Democrático (PD) y Constitucionalista en la Universidad de la Sapienza, cree que esa era la intención original de Zaia. “Hizo el único referéndum que el Constitucional le permitió. Pero al segundo después de haber votado, intentó asimilar el resultado al contenido de las otras consultas rechazadas. En Véneto la demanda es más fuerte que en Lombardía porque está rodeado de comunidades con estatuto especial. Pero la nueva Liga ya no está interesada en este asunto como partido nacional. Ahora, sin embargo, tendrá que dar una respuesta”, advierte. Para Ceccanti, en cualquier caso, el Gobierno central es hoy demasiado débil para afrontar una demanda de este tipo. “Primero tendría que haber una reforma nacional para fortalecer el Ejecutivo de turno. El riesgo, de lo contrario, es el desastre”.

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