Albert Batlle, un ‘runner’ al frente de los Mossos d’Esquadra

  25 Junio 2016    Leído: 950
Albert Batlle, un ‘runner’ al frente de los Mossos d’Esquadra
Este barcelonés de 63 años, licenciado en derecho y corredor de maratones hasta hace diez años –ahora corre una hora al día–, es un político todoterreno, la sociovergència en estado puro
Las seis de la mañana es una hora intempestiva, un fastidio para muchos que deben poner el pie en el suelo al ring del despertador. Para Albert Batlle, las seis de la mañana es una hora muy creativa. Y es cuando este barcelonés de 63 años, abogado y político todoterreno, que fue concejal socialista y alto cargo del tripartito antes de que Artur Mas le nombrara director general de los Mossos d’Esquadra hace dos años, coge la puerta y sale a correr. Los madrugadores de su barrio, cerca del mercado de Galvany, están habituados a verlo de buena mañana en pantalón corto, listo para desperezarse con su hora diaria de ejercicio, ya sea running urbano o cinta y bicicleta estática en un gimnasio de la Diagonal. “Ya no hago maratones porque estoy cascado, la última fue en el 2006, pero no puedo dejar de correr y eso que el cuerpo me pediría tranquilidad y descanso, pero la mente..., así que hago carreras de diez kilómetros, como la Jean Bouin o la Cursa de Sant Antoni”, explica.

El director general de la policía catalana asumió el cargo en junio de 2014 con la misión de introducir “un punto de sentido común y serenidad”, en palabras del entonces conseller de Interior, Ramon Espadaler, tras la dimisión de Manel Prat. La imagen pública de los Mossos estaba en horas bajas tras el caso Quintana y el fallecimiento del empresario Juan Andrés Benítez después de ser duramente reducido por una patrulla en el Raval. Dos años después, los agentes acusados de las lesiones sufridas por Ester Quintana han sido absueltos por la Audiencia de Barcelona por falta de pruebas y en el caso Benítez la acusación popular pactó una condena mínima que libra de la cárcel a los mossos acusados. “Hay unas carpetas que se han ido cerrando. Han ocurrido cosas lamentables, la señora Quintana nunca hubiera tenido que perder un ojo. Pero vas modulando y corrigiendo, la policía hace su proceso de maduración, como es natural”, subraya el jefe político de los Mossos, que destaca que hace sólo siete años que el cuerpo policial completó su despliegue en Catalunya, diez años en Barcelona.
Además de las rutinas deportivas, Albert Batlle tiene siempre en su agenda a sus compañeros de promoción. Hace cuarenta años que acabaron la carrera de Derecho en la Universitat de Barcelona y siguen siendo inseparables. “El núcleo duro, de doce o quince amigos y amigas nos vemos una vez al mes, mes y medio, y reímos mucho. Es una de las cosas de las que me siento más satisfecho, de haber mantenido este grupo”, subraya, en el que están el catedrático de Constitucional Xavier Arbós, la catedrática de Penal Mercè Garcia Aran, el magistrado Carlos González o la profesora de Derecho de la UAB Pilar Giménez Alcover, cuya fantástica vivienda en Sarrià les hace de casa pairal, asegura Batlle. “Cada año hacemos también un par de salidas. A veces han subido todos al Pallars, al apartamento que tengo de hace años en Llessui, que es mi refugium peccatorum. Allí me gusta caminar por la montaña y aburrirme a placer. También esquiar. Pero cuando vienen mis amigos, aunque hacemos excursiones, nos dedicamos básicamente a comer, beber y reír. Intentamos cultivar el sentido del humor porque todos tenemos vidas muy plenas pero también complicadas y estas desconexiones van muy bien”, asegura, riendo.

Batlle lleva más de tres décadas de gestor público. Recién licenciado en Derecho abrió un despacho en los 70 con otros tres abogados en el que llevaban asuntos laborales, pero se dedicó sólo unos años. En 1983, el joven que había estado en el núcleo fundador del PSC empezó su carrera política como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, en las primeras elecciones a las que concurrió Pasqual Maragall. “Con él era muy divertido, era una fábrica de ideas, aunque también sufrías mucho”, recuerda.

Con Maragall y luego Joan Clos de alcaldes, Batlle estuvo veinte años en la política barcelonesa. En este tiempo tuvo varias responsabilidades, fue concejal de Horta y también de deportes y de relaciones institucionales. Y viajó por todo el mundo. “Siempre me llevaba las bambas y la camiseta. He estado corriendo en más de cuarenta países, he dado la vuelta a la ópera de Sydney, en la plaza Roja de Moscú, la plaza Tiananmen de Pekín o por la Quinta Avenida de Nueva York. Dirán que esta no es manera de conocer una ciudad, pero si estaba dos días, haciendo 10-12 kilómetros al día y cambiando de circuito, al final hacía 24 kilómetros”, detalla. Aún se lleva las bambas en la maleta. “Roma me encanta. Hace dos meses nos dimos una escapada con mi mujer y cada día hacía un circuito. Ella no va a correr, pero no hay problema porque cuando salgo está durmiendo y cuando vuelvo, sigue durmiendo”, señala, riendo.

Durante los dos gobiernos tripartitos en la Generalitat, Batlle fue director general de Presons, siete años, hasta principios de 2011. Con el cambio de gobierno quedó unos meses fuera de juego, pero en noviembre fue nombrado director adjunto de la Oficina Antifrau, cargo que por ley es incompatible con cualquier militancia política, por lo que dejó de militar en el PSC. “Me sigo considerando socialdemócrata y catalanista, no renuncio a nada, el PSC ha tenido un papel clave en la construcción del país, pero hay cosas que no me han gustado de la deriva que cogió y, como yo, otras personas que formamos parte de los inicios del partido. Pero mantengo una muy buena relación personal, nunca me he ido dando un portazo”, explica.

Sigue como independiente. Hace dos años, Artur Mas tiró de sociovergencia y le encomendó la tarea delicada de dirigir los Mossos, una de las estructuras de Estado que ya posee Catalunya, sometida a un escrutinio intenso. “Tenemos una auditoría permanente, pero es un peaje que pagamos con gusto. Es bueno. Catalunya no ha tenido nunca estructuras de Estado y eso hace que desconfiemos incluso de las propias”, subraya.

Y ya se sabe que en casa del herrero, cuchillo de palo. Batlle era concejal cuando uno de sus hijos fue detenido el 12 de octubre de 1999 tras una manifestación convocada en Barcelona por la Plataforma Antifascista que finalizó con violentos enfrentamientos con la policía, aunque no pasó a disposición judicial. “Mi hijo estaba en los entornos de los antisistema y le sabe muy mal que se haya aprovechado este asunto en las redes –explica–. Es un poco alternativo, pero ha enderezado el rumbo y estudió Arqueología, eso le va como anillo al dedo a su perfil de Indiana Jones”, se ríe.

De niño, Batlle fue scout como sus hermanos, en la agrupación Jaume Balmes de la parroquia de Sant Ildefons. Lo dejó cuando empezó la universidad, pero sigue yendo a misa los domingos por la mañana a la misma iglesia. Ahora espera con ilusión su primer nieto. La Vanguardia

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