La boda de Leo
Lo que nos lleva invariablemente al Fútbol Club Barcelona, la entidad más despistada del fútbol mundial. Mientras el Madrid tiene monitorizadas las entradas y salidas de sus jesés de La Posada de las Ánimas, una celebridad del Barcelona cuenta en la boda de Leo Messi que se pira del club y a los 20 días el secretario técnico dice que se queda al 200%. Un secretario técnico que no fue nunca a una boda ni sabe lo que es, por tanto desconoce que si cuentas un secreto en una, sobre todo después del baile, lo tienes subido a Facebook antes de acabar la frase. Pues así echamos el verano, organizando un culebrón con el final grabado desde la boda de Messi. Con Neymar diciendo en público semanas después exactamente lo contrario de lo que dijo en privado, es decir que es “muy feliz en el Barcelona”. Y Xavi, Piqué y el resto hiperventilando, como es natural. “El partido más importante de Leo”, decía mientras tanto el padre de Messi a las puertas, otro que tampoco había ido a una boda ni sabía lo que era.
Desde el cumpleaños de Ronaldo Nazario, aquella fiesta que quedó como símbolo de la edad dorada de los galácticos —muchos fotógrafos y pocos títulos— pero que al menos dejó un temazo de La Costa Brava de Sergio Algora y Fran Nixon, y desde la boda de Ronaldo Nazario en un castillo de París, que un día habrá que abordar definitivamente, ninguna fiesta había sido tan determinante para una temporada futbolística como la boda del hombre más discreto de mundo. A la estrella brasileña, eso sí, no le hacían falta invitados para liarla; de hecho, se desconoce si reparó en ellos. Al argentino, sin embargo, le hizo falta uno. Que fuese estrella brasileña es circunstancial.