Desastre del Atlético contra el Qarabag

  19 Octubre 2017    Leído: 700
Desastre del Atlético contra el Qarabag
Los rojiblancos empatan (0-0) en Bakú sin fútbol ni pegada y se complica mucho el pase a octavos.
Simeone anunció que iba a por el partido desde el inicio. La lectura de esa declaración de intenciones pareció ir ligada con una alineación que delató que sumar los tres puntos era vital. Nada de cuatro mediocentros. Sin Koke, sobrecargado y reventado por haberlo jugado todo, el centro del campo destilaba tanta ambición como necesidad. Saúl y Gabi en la sala de máquinas, escoltados en los costados por Gaitán y Carrasco. Dos estiletes, a priori. Arriba Gameiro y Griezmann. Este último forzó su puesta en escena pese al proceso febril que pasó desde que el lunes salió de Madrid. Otra señal palmaria de que al Atlético le iba la vida en el duelo. A su lado, Gameiro estrenó titularidad y la perdió por igual. En apenas unos meses ha pasado de ser la esperanza goleadora del equipo a último delantero. Por momentos, justificó ese rol.

Si la alineación se correspondió con las urgencias, el juego las destapó para que emergiera un equipo de pie muy destemplado. En especial Gaitán, fallón en todas sus primeras intervenciones. No se sabe dónde se ha quedado aquel volante afilado del Benfica que podía domar los partidos arrinconado en los pasillos interiores. Lo que se sabe es lo que se ve. Un futbolista de muy pocos detalles que rememoran lo que fue. Muchas entregas fallidas relatan lo que es hoy. Carrasco va por el mismo camino. Fue incapaz de imponer su velocidad y su desborde en un partido en el que estaba obligado a marcar diferencias.

Enfrente, el Qarabag hizo una defensa digna del camino que ha elegido. No le importó saberse ante un rival superior. Se aferró a la pelota siempre que pudo, al manejo aseado de Garayev, Richard Almeida y Míchel en el medio. Tuvo un sentido más lúdico del juego, en contraposición al sufrimiento que parece invadir al Atlético en cada partido. Les resultó menos complicado y más natural pasarse la pelota bien y con sentido. Su mayor finura en las circulaciones no le dio para exigir a Oblak, pero sí para mantener a raya y en tensión al Atlético. Este equipo provoca ya una pregunta que condena tanto a sus jugadores como a su entrenador. Por qué a otros conjuntos inferiores les resulta tan sencillo que les corra el balón y para los rojiblancos es un suplicio.

Con esa empanada, el Atlético tardó 20 minutos en chutar a puerta. Cierto es que luego acertó a enganchar dos jugadas que le plantaron ante Sahic. Fueron los dos únicos momentos en los que apareció Griezmann. Ante el caos optó por bajar a recibir balones. En uno de ellos plantó a Carrasco frente al meta local. Se escoró demasiado el belga para acomodarse el remate en su derecha y facilitó el achique de Sahic para taparle el disparo. Al poco fue Griezmann el que se vio solo cara a cara con el meta. Tampoco el francés pudo salir ganador del duelo. Al Atlético también esa máxima de que con poco es capaz de ajusticiar a sus rivales. Esa diferencia que marcaba antes, ahora la exhibe poco. Y es primordial para un equipo que ha crecido todo lo que ha crecido rentabilizando migajas.

Atropellados


Si el primer tiempo fue desesperanzador, el inicio del segundo fue un desastre. El atropellamiento y los nervios a medida que el reloj corría fueron la pauta. Con ese paisaje, Simeone dio primero entrada a Thomas y mandó al banco a Gaitán. Nada cambiaba y tuvo que dar paso de seguido a Correa y a Torres por Gameiro y Carrasco. Esos movimientos le dieron al Atlético un dominio alborotado y desesperado del juego en el último tramo. Lo más que sacó, frente a un Qarabag que se quedó con diez por doble amarilla de Ndlovu, fue una falta al borde del área, un posible penalti a Torres y un libre indirecto en el último minuto. A cambio estuvo expuesto a contragolpes que encendían a los inflamados hinchas azerís.

El “Qarabag, Qarabag” tronó ante un equipo que hizo historia con su primer punto en la Liga de Campeones. El otro se marchó cabizbajo, sin fútbol ni pegada y al borde del abismo.

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