Este chef utiliza la huerta y la cocina como herramientas educativas para niños y es uno de los 12 superembajadores del movimiento mundial Food Revolution, liderado por el chef británico Jamie Oliver, que tiene como fin difundir en escuelas y liceos la necesidad de una alimentación balanceada, enseñando a cocinar de una manera divertida.
"A medida que nos empezaron a servir todo en bandeja y las grandes superficies nos pusieron hasta la mandarina pelada en una bandeja de plástico cubierta con (papel de) film, nos comenzamos a desconectar de la comida de verdad", afirma el chef.
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El educador y cocinero tiene en su casa un espacio dedicado a los niños llamado Petit Gourmet, que consiste en una propuesta educativa que promueve la reconexión de la comunidad a una mayor calidad de vida a través de la huerta y la cocina.
Ruete asegura que desde ese espacio se disparan actividades científicas como las "matemáticas, la biología y aparecen oportunidades para aprender de geografía, de historia, respetando la tierra, el agua y el cuerpo".
Además, realiza de manera honoraria visitas a escuelas de todo el país brindando talleres de cocina y alimentación saludable para niños.
Años atrás, Ruete trabajó en el exclusivo balneario uruguayo de José Ignacio en las cocinas del reconocido chef argentino Francis Mallmann, quien por su originalidad lo inspiró a combinar sus dos profesiones.
"Mallman es un artista de la cocina, es un enorme cocinero pero sobre todo creo que es un artista de la cocina y un gran marketinero, más allá de aprender y de vivir un par de años en sus cocinas adquirí un poco de ese marketing para reciclarme de educador y de cocinero a "educocinero", que es un concepto que no existía y que estoy tratando de desarrollar en Uruguay y en Latinoamérica", explicó.
Hambre
Si bien en el mundo se produce la cantidad de comida suficiente para alimentar a todos los habitantes, una de cada nueve personas (800 millones de personas) padece hambre, y 60% de ellos son mujeres, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés).
Gimbap
Ruete sostiene que el Estado debería prestar atención al trabajo que están realizando distintos colectivos de la sociedad civil para tomarlos como ejemplo en lo que a políticas de soberanía alimentaria se refiere, tales son los casos de Huertas Comunitarias y de Slow Food, dos colectivos de los que este "educocinero" participa.
El lema de la FAO para este año es: "Cambiar el futuro de la migración. Invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural".
Aproximadamente 80% de las personas en situación de pobreza extrema que hay en el mundo vive en zonas rurales, y la mayoría de ellos depende de la agricultura.
Experimentar
El ministerio de Salud Pública de Uruguay publicó a finales de 2016 la Guía Alimentaria para la población, que tiene como fin promover una alimentación saludable y hábitos que ayuden a disminuir los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles.
Mariposa rusa
"Si bien el ministerio lanzó esta guía, que está excelente y es muy completa, no es de acceso práctico al vecino, no llega al ciudadano común, su contenido necesita una mayor difusión, una participación, porque la gente aprende haciendo", afirma Ruete.
Para que estos temas puedan ser incorporados el educador recomienda la inclusión "de la huerta y la cocina en las instituciones educativas y hacer hincapié en que la alimentación y el deporte son la base de la salud, y que es una actividad que hacemos cuatro veces por día (por lo que) no podemos quitarle trascendencia".
Además, Ruete hace énfasis en que la mala alimentación ha llevado a que los índices de obesidad registrados sean alarmantes debido a que derivan en enfermedades crónicas no transmisibles y esto se debe a la falta de una correcta educación que tenga en cuenta la alimentación como un factor fundamental.
De esa forma, se podría ahorrar muchísimo dinero que se destina a la salud porque sería una manera de prevenir estas enfermedades.
Huertas
Ruete fundó en 2014 junto a Inés Velazco el colectivo Huertas Comunitarias, que intenta aprovechar espacios abandonados en distintos barrios de la ciudad para transformarlos en lugares en donde los vecinos interactúen entre sí además de cultivar alimentos.
Ensalada
"Estamos tejiendo nuevamente esta red social que es la de los vecinos, hay comunicación, interacción, viejos recuerdos de los abuelos que alguna vez plantaron, intercambios de semillas", cuenta el chef.
"Nosotros fomentamos la huerta y la cocina como herramientas educativas y de salud, usamos a los niños como agentes de cambio para que lleven el mensaje a sus familias, entonces los padres de repente se dan cuenta de que al hijo le gusta comer pepino, y que ahora conoce el repollo y que pide eso en la casa, que antes no se comía porque ellos asumían que no les gusta y hay una desconexión impresionante", añadió.
El derecho a la alimentación es un derecho humano básico y sin embargo cada año el hambre mata a más personas que la malaria, la tuberculosis y el sida juntos.
"Los niños ahora piensan que la comida sale de los supermercados; lo maravillados que quedan de sacar una zanahoria de la tierra, de sacar una remolacha, de cosechar la acelga que plantaron ellos con sus dedos que alguna vez fue una semilla", reflexiona el educador.
Cocina saludable
"Nosotros creemos firmemente que la cocina saludable es toda aquella que hacemos en casa en familia, con productos conocidos, si los plantamos nosotros mejor aún", sostiene el chef.
Chocolate
Ruete afirma que en Petit Gourmet y sus otros proyectos se insta a no exagerar en el consumo de ningún tipo de alimento.
"Fomentamos el consumo de vegetales y no dejamos de lado ni la harina, ni el azúcar, ni la carne, ni los lácteos; no tenemos estos fanatismos radicales de suprimir cosas, creemos que lo que mata no es el veneno, si no la dosis, le hacemos marketing sobre todo a los vegetales, nos van a ver usando mucha remolacha, brócoli, espinaca, zanahoria, que son las que se dice que los niños naturalmente rechazan", concluye.
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Sin embargo Ruete sostiene que el error es en cómo se les presentan las verduras a los niños, sin darles la oportunidad de ver el proceso de plantar una semilla y verla crecer.
Los niños "están desconectados, pero cuando toman contacto con estas cosas rebrota ese gusto natural por este tipo de alimentos, porque ellos forman parte del proceso, lo plantan, lo cuidan, lo cosechan y lo comen; es cerrar un círculo", finalizó.
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