En la última década han ido apareciendo estudios pseudocientíficos que minan la reputación de la leche –en solo cuatro años su consumo ha disminuido 4,2%–. Al tiempo, van apareciendo otros estudios contrastados que ponen en valor la importancia del consumo de la misma. Y parece que no hay lugar a dudas. Lo comenta Salvador Zamora Navarro, catedrático emérito de Fisiología de la Universidad de Murcia: “La leche es una fuente magnífica de proteína, energía, grasa, minerales y vitaminas, pero además contiene una amplia serie de componentes como nucleótidos, poliaminas, galactooligosacáridos (GOS), entre otros. Algunos de estos compuestos juegan un papel fundamental en el control del crecimiento y desarrollo del individuo”.
Por si había dudas, la Fundación Iberomericana de Nutrición (FINUT) y la Fundación Española de la Nutrición (FEN) han publicado un informe –La leche como vehículo de salud para la población– que destaca su importancia como alimento básico en el marco de una dieta equilibrada. “Se deben consumir entre dos y tres raciones de leche o derivados lácteos al día, aunque esta recomendación puede variar según la edad y situación fisiológica”, afirman los autores principales del estudio, Gregorio Varela Moreiras y Ángel Gil Hernández.
En este estudio además se incide en la ‘habilidad’ de la leche como vehículo de suplementación: “Las características de la leche la convierten en un alimento ideal para su adaptación a las necesidades nutricionales humanas, lo que ha dado lugar al concepto de enriquecimiento”. En concreto, de ácidos grasos Omega-3, actualmente deficitarios en la población española, y cuyos efectos beneficiosos para el control de varios factores de riesgo coronario han sido ampliamente demostrados.
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