Una cadena de ataques a puestos policiales deja numerosos muertos en Birmania
Cinco policías fueron brutalmente asesinados en el ataque, en su mayoría con armas cortantes; también fueron abatidos siete guerrilleros.
El comunicado dice que unas 150 personas también intentaron asaltar hacia las tres de la madrugada un campo del ejército en Khamara, pero los militares repelieron el ataque.
Ningún grupo rebelde de los rohinyás ha reclamado la autoría de los ataques, pero la inteligencia sospecha que son obra del recién creado Ejército para la Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA, por sus siglas en inglés).
Los ataques del 25 de agosto son los de mayor envergadura y los más coordinados desde que las fuerzas de seguridad iniciaron una operación especial en las montañas Mayu del norte de Rakáin.
El dispositivo, a cargo de la 33ª División de Infantería Ligera, busca cercar las bases de los rebeldes rohinyás, bloquear su escapatoria a Bangladés y diezmar sus filas.
El 24 de agosto, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, se reunión con el jefe del Ejército birmano, general Min Aung Hlaing, le advirtió sobre el peligro que implican "operaciones prolongadas" en Rakáin y subrayó la necesidad de concienciar sobre los derechos humanos a militares y agentes implicados en la lucha contra insurgentes.
El estado de Rakáin vive una escalada del conflicto entre los budistas birmanos y los rohinyás, un grupo étnico musulmán del norte del estado.
Birmania no les otorga ciudadanía a los rohinyás al considerarlos inmigrantes ilegales del vecino Bangladés.
A raíz de los disturbios en 2012 fueron quemadas aldeas enteras de los rohinyás.
El conflicto en Rakáin se agudizó después de que los combatientes armados de los rohinyás realizaran en octubre y noviembre de 2016 una serie de ataques contra guardias fronterizos del estado.