Efectivamente, no es la primera vez.
En marzo de 2015 la policía francesa ya encontró en Saint-Quen un lanzagranadas.
Entonces en este barrio de los suburbios parisinos había reyertas entre vendedores de marihuana. Según Raufer, las bandas de narcotraficantes han descubierto cómo pueden intimidar.
"En estos barrios todo funciona bajo el mismo principio que el de una bomba atómica. Cuando una banda tiene un Kalashnikov y otra no tiene nada, esta se arriesga a perderlo todo, ya que no tiene forma de intimidar. Y allí donde había un Kalashnikov ahora hay dos, y luego tres, y cuatro… Y un buen día alguien puede levantarse con ganas de jugar a lo grande y, por ejemplo, atacar un camión lleno de dinero", reflexiona el criminólogo en Sputnik.
Raufer asegura que la lucha contra la delincuencia del Gobierno francés les trae sin cuidado a estos criminales, ya que "las autoridades no controlan estos barrios y la Policía por regla general no se acerca", de modo que "los criminales se ríen de esta 'lucha' y les suena a algo lejano".
Sputnik también habló con el alcalde de Saint-Denis, Laurent Russier. El político se mostró satisfecho con la actuación de la Policía, pero también expresó su preocupación por la forma del Gobierno francés de tratar la situación.
Aseguró que desde el Ministerio del Interior no ofrecen medios para luchar contra el comercio ilegal en su ciudad, algo que, según Raufer, no depende solo del Ministerio:
"El Gobierno francés a menudo pierde el tiempo solucionando problemas secundarios. Me gustaría recordar que en un país como Francia el Gobierno no está para establecer lo que una enfermera gana por las noches o cuándo empieza la temporada de rebajas. Su misión es clara: garantizar la seguridad dentro de las fronteras del país. La responsabilidad no depende solo del Ministerio del Interior, sino también del Gobierno".
Raufer se muestra categórico: "el sistema judicial, el primer ministro y el presidente, que decide a dónde va el dinero, son los responsables de que no se esté garantizando la seguridad".
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