El artefacto explosivo fue hallado en el área de Proja-e-Jadid, cerca del distrito policial número 11 de Kabul.
Todavía no está claro cuál era el blanco de los militantes, pero las bombas instaladas en las carreteras se utilizan con frecuencia para atacar a agentes de seguridad y funcionarios del Gobierno.
En los primeros cuatro meses de este año, el ejército y otros cuerpos de seguridad afganos sufrieron más de 2.500 bajas mortales, según un informe del Inspector Especial General de EEUU para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés).
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (Unama, por sus siglas en inglés) documentó por su parte más de 1.660 civiles muertos y casi 3.600 heridos a causa del conflicto interno en el primer semestre de 2017.
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