Mordaza turca a la prensa extranjera

  27 Abril 2016    Leído: 656
Mordaza turca a la prensa extranjera
"Acompáñenos" ordenaron tres agentes turcos al periodista de EL MUNDO en un aeropuerto de Estambul, nada más bajar del avión, hace unas semanas. Lo siguiente fue un interrogatorio sobre contactos con el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), una formación pro kurda, legal y parlamentaria. "Bienvenido a Turquía", zanjaron los policías a los 20 minutos, tras escrutar la acreditación de prensa turca y el permiso de residencia.Situaciones de intimidación similares o más restrictivas a la prensa extranjera, como la denegación del acceso al país, la no concesión de la acreditación de prensa - imprescindible para obtener el permiso de residencia en Turquía - o las detenciones van a más.

En la última semana cuatro informadores foráneos, aunque con situaciones administrativas distintas, se han visto impedidos de acceso en el mismo aeropuerto. Tres más de nacionalidad turca fueron arrestados o detenidos en ese período."Apresurado a tomar un vuelo a Chicago tras ser denegada mi entrada en el [aeropuerto] Estambul Atatürk", tuiteó este lunes David Lepeska, redactor estadounidense de `The Guardian` o `Al Jazeera`, que había escrito hace poco sobre expropiaciones a kurdos. Pocos días antes habían pasado por un trance parecido Giorgos Moutafis, fotógrafo para el periódico alemán `Bild`, Turak Kerimov, encargado de la agencia rusa Sputnik en Turquía y el reportero teutón basado en el `Cairo Volker Schwenk`. Quienes informan desde Turquía están cada vez más preocupados. Para las organizaciones de defensa de la libertad de prensa se trata de una tendencia al alza y pareja a una mayor "intolerancia" del presidente turco Erdogan hacia las críticas. "Quien desafía la visión de Turquía de Erdogan, critica sus políticas locales o regionales, su personalidad o la corrupción de su entorno no es bienvenido nunca más a este país", opina el delegado local de Reporteros Sin Fronteras, Erol Önderoglu"Hay un patrón perturbador", subraya a EL MUNDO Amberin Zaman, periodista turca y académica del Centro Wilson, en EEUU.

Zaman cree que "las recientes deportaciones o actos sutiles, como el apoyo gubernamental a webs de `verificación` [bajo perspectiva pro gobierno] de lo publicado sobre Turquía apuntan a un intento político de controlar [la información] y hacerla favorable". Eso dificulta el trabajo de la prensa extranjera en Turquía, "que necesita permiso del gobierno para vivir y trabajar".

Sin acreditación

Una cantidad notable de informadores extranjeros se ha quedado este año sin acreditación de prensa a tiempo, lo que ha forzado su exilio. Un alto funcionario del Gobierno turco, bajo anonimato, ha negado un cambio de política a la agencia AFP y remarca que el retraso en entregar las acreditaciones se debe a un repunte de peticiones. "No hay lista negra", insiste, "obviamente, quienes van a través de los canales legales no hallan ningún problema".Pero el estatus legal no salva al periodista de sufrir una presión social y política en aumento. La misma Amberin Zaman fue víctima de una campaña de insultos cuando en 2014 el mismo Recep Tayyip Erdogan le llamó "vil" y "sinvergüenza". Hasnai Kazim, reportero del semanario alemán `Der Spiegel` que tuvo que irse recientemente por no tener acreditación, dice que recibió más de 10.000 amenazas por Internet tras citar a un ciudadano insultando a Erdogan en un artículo de 2014.Para el columnista turco Yavuz Baydar, despedido del periódico `Sabah` por sus opiniones, "el patrón es claro. Llevo tiempo advirtiendo de que el Gobierno quiere bloquear la conducta propiamente periodística, filtrar las coberturas y censurar las noticias. Presenciamos una campaña no sólo limitada a la prensa local, sino más allá; Turquía cierra sus cortinas a la verdad para sus audiencias domésticas, así como para el público global".

De puertas adentro, Turquía presiona últimamente para ajustar a sus intereses la cobertura de temas como el conflicto kurdo, las protestas sociales o la guerra de Siria. Para Eroglu, el silencio de la UE, interesada en que Turquía solvente su crisis de refugiados, está beneficiando a Ankara: "El Gobierno turco ha obtenido una gran oportunidad para reconfigurar sus relaciones diplomáticas y tratar de imponer [en el exterior] su perspectiva".

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