Reputada socióloga de 64 años, diplomada en la Sorbona, investigadora especializada en educación, directora durante más de una década del Centro de Investigaciones Antropológica de Orán, Bengabrit suscitó las críticas de los partidos islamistas de Argelia desde que fue nombrada ministra en 2014.
Su mera designación no cayó bien en un ministerio donde los islamistas gozan de gran influencia. Pero las críticas arreciaron en cuanto esta mujer, nacida en Marruecos y de ascendencia andalusí, anunció el año pasado su intención de introducir en la enseñanza primaria el árabe dialectal del país, el dariya argelino.
La ministra considera que una de las causas del fracaso escolar en Argelia es la enseñanza a los seis años del árabe clásico, una lengua que presenta grandes diferencias con el dialecto argelino, que es una amalgama de árabe, bereber, español y francés. Los partidos islamistas acusaron a la ministra de atacar al islam y al árabe clásico, la lengua del Corán. No faltó quien intentó denigrarla diciendo que es judía. Una diputada de la oposición, la troskista Luiza Hanune, salió en su defensa y denunció el “linchamiento odioso” contra ella.
A raíz de esta filtración masiva de exámenes, decenas de diputados islamistas han reclamado su destitución. Pero tanto el Gobierno como otros partidos laicos de la oposición la apoyan. En el fondo del pulso entre Bengabrit y sus detractores subyace la fractura que hay entre las grandes corrientes religiosas de Argelia y una élite liberal que insiste en modernizar la educación y no descuidar la enseñanza del francés.
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