Purple, una empresa que posee puntos públicos de conexión a internet, realizó un experimento, agregando una cláusula de servicio comunitario a la 'letra chica' que usualmente deberían leer sus clientes.
"Se podrá solicitar al usuario, bajo discreción de Purple, que realice 1.000 horas de servicio comunitario. Esto puede incluir: limpiar parques locales de residuos animales; abrazar perros y gatos callejeros; desbloquear manualmente cloacas tapadas; limpiar baños químicos en festivales y eventos locales; pintar caparazones de caracoles para alegrar su existencia; y quitar goma de mascar de las calles", enumeraba la polémica cláusula.
A pesar de lo estrambótico y poco atractivo de este pedido, no fueron pocas las personas que cayeron en la "trampa": 22.000 personas marcaron que estaban de acuerdo con todas las cláusulas del contrato, incluida la de servicio comunitario.
La empresa llevó a cabo esta iniciativa para generar conciencia sobre las cosas que aceptan los internautas al momento de recibir un servicio de internet gratuito, según constata en su sitio web.
"Los usuarios de wifi necesitan leer los términos cuando se conectan a una red, es decir, a lo que están accediendo, cuánta información están compartiendo y qué licencias dan a los proveedores. Nuestro experimento demuestra que es demasiado fácil marcar una casilla y dar consentimiento a algo injusto", explicó en el sitio web corporativo Gavin Wheeldon, CEO de Purple.
Por el momento, la firma no se plantea exigir a los 22.000 usuarios que lleven adelante las tareas a las que se comprometieron.
El hallazgo se divulgó con motivo del inicio de operaciones del proveedor de internet en conformidad con una ley europea que entrará en vigor el 25 de mayo de 2018. Esta norma marcará que los servicios de internet deben introducir cláusulas de consentimiento "no ambiguas" antes de que los usuarios den su información personal.
Sputnik
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