Obama califica el ataque de Orlando como “extremismo autóctono”
Omar Mateen: estadounidense, 29 años y vigilado por el FBI
Las claves del terrorismo autóctono
La matanza de Orlando es un objeto inasible al conocimiento lineal e instantáneo al que estamos acostumbrados. No hay una causa directa a eliminar ni una responsabilidad única a dilucidar. De ahí que crímenes horrendos como este se ofrezcan como munición perfecta para su uso político o electoral más desvergonzado.
Es evidente que matanzas como esta solo se producen en un país como Estados Unidos, donde un terrorista, un desequilibrado o un asesino vocacional tiene mayores facilidades que en cualquier otro lugar para hacerse por un módico precio con armas letales especialmente diseñadas para matar a mucha gente en el plazo de tiempo más breve posible.
La mente del asesino, suicida al fin, explica mucho y a la vez muy poco. Recordemos que Albert Camus consideraba el suicidio como el único problema filosófico serio. Una parte del misterio la resolverá la policía, pero hay otra que jamás se conocerá. Mateen se reivindicó a sí mismo como un soldado de Daesh, algo que confirmó un vídeo del propio califato terrorista. También lo era Larossi Aballa, autor del doble asesinato de una pareja de policías en la periferia de París.
Sin embargo, no parece que hayan sido matanzas perpetradas bajo instrucciones concretas, sino más bien inspiradas en la ideología terrorista. Encajan, como soldados de la guerra global entre el terror y Occidente, en el propósito de separar a los musulmanes del resto de la sociedad, para que se sientan identificados con los terroristas y por la misma razón estigmatizados e incapacitados para integrarse y aceptar nuestras libertades y valores. Siendo obra de combatientes singulares y desconectados, también responden al momento militar, cuando Daesh está a punto de perder Raqa en Siria y Faluja en Irak.
El ambiguo perfil de Mateen no permite conclusiones definitivas. Junto a islamistas radicales y homófobos, que predican todos los viernes contra el pecado, ha surgido en distintos países occidentales un islam tolerante y liberal, con mezquitas dedicadas a la comunidad LGBT, como ya hacen otras religiones. El asesino pudo ser un homosexual, homófobo por razones religiosas y arrepentido posteriormente de sus inclinaciones. Hay mucha homofobia en los países occidentales, pero la homosexualidad todavía es delito en 76 países, casi ninguno de ellos en Europa y las Américas —solo en las Antillas—, de los que diez, todos musulmanes y buenos socios occidentales algunos, la castigan con la pena de muerte.
Todos fuimos Charlie en enero de 2015 y Bataclan en noviembre. Estaban en juego la libertad de expresión en el primer caso y la libertad de vivir y gozar de la vida en el segundo. Ahora es la libre elección de la propia identidad sexual y el derecho a su reconocimiento público lo que se ha querido asesinar en Orlando. Como con Charlie Hebdo y con Bataclan, la condena compungida queda corta si a la vez no se defienden enérgicamente las libertades y los valores atacados.
Etiquetas: