Para entender la importancia del último escándalo de corrupción en Argentina, hay que pensar en la figura del detenido. Los Kirchner tuvieron todo el poder en una de las épocas de mayor expansión económica de los últimos 100 años, impulsada por el boom de la soja para el mercado chino. Y la obra pública era su apuesta estrella. López, que llegó a manejar directamente fondos de unos 9.000 millones de euros en diversos proyectos, era la mano derecha de Julio De Vido, el ministro que controló todas las obras. Ambos son miembros de los llamados pingüinos, el grupo de máxima confianza que Néstor Kirchner se trajo a Buenos Aires desde Santa Cruz, la provincia de la que fue gobernador, en la gélida Patagonia.
Lo pingüinos lo controlaban todo. Otro de ellos, Ricardo Jaime, exsecretario de Transportes, ahora está en la cárcel por corrupción en la compra de trenes inservibles a España y Portugal. Fue el primer encarcelado del kirchnerismo.
Los jueces parecen haber reactivado todos los casos después del cambio de Gobierno, y todo indica que no será el último. El otro personaje clave de la obra pública kirchnerista era Lázaro Báez, también de Santa Cruz, que era un cajero de banco cuando conoció a Néstor Kirchner y se convirtió en un empresario multimillonario con la obra pública que le entregaban los Kirchner en el poder. Ahora también está en la cárcel y el kirchnerismo trata de separar su trayectoria de la de los Kirchner, sus mentores.
De hecho estas imágenes de los dólares amontonados en fajos plastificados que ayer recorrían las televisiones argentinas llegan solos unas semanas después de otras similares. Las cámaras de seguridad de la empresa de Báez recogieron el momento en el que su hijo y otros trabajadores contaban con máquinas más de tres millones de dólares, la moneda habitual para el ahorro argentino, en negro y en blanco, ya que con una inflación del 40% el peso no es fiable.
El único que aún no ha caído del grupo que controlaba la obra pública es el propio De Vido, el jefe de López y Jaime, ambos en prisión. Tiene varias causas pendientes pero es diputado, tiene aforamiento, y los kirchneristas clave aún defienden que no se enteró de nada de lo que hacían sus subordinados. “Es un caso horrible. Pero López tenía absoluta autonomía, De Vido no tenía nada que ver, todo el bloque kirchnerista se solidariza con De Vido”, sentenció Héctor Recalde, líder de los diputados fieles a la ex presidenta. Sin embargo, las deserciones de este grupo son frecuentes, y cada vez es más difícil mantener la unidad. Este escándalo pone a prueba las últimas costuras, mientras el Gobierno de Mauricio Macri contempla casi incrédulo el hundimiento de la oposición, una de sus principales ventajas políticas.
Todo el entorno kirchnerista, también los medios cercanos, vive en estado de shock. Los comunicados y declaraciones de condena se multiplican, aunque todos esperan que hable la líder del movimiento, Cristina Kirchner. Las televisiones recuperaron ayer las imágenes de López y Kirchner inaugurando la última gran obra, la ampliación de la General Paz, la circunvalación de Buenos Aires. En un acto televisado, ella le presentaba a todos los espectadores para que explicara la obra y él gritaba: “Esto es un desarrollo para los 40 millones de argentinos, muchas gracias presidenta, estoy muy emocionado”. “Estamos animados hoy”, le contestaba la presidenta. López era un hombre del núcleo duro de los Kircher.
Uno detrás de otro los kirchneristas hablan de “caso repugnante, pornográfico” y tratan de que no manche a la cúpula. “Néstor y Cristina no son corruptos, su autoridad política está intacta”, insistía la diputada Juliana Di Tullio. Pero es casi impensable que este escándalo no tenga duras consecuencias políticas para un kirchnerismo en horas bajas.
De hecho, cuatro diputados de la provincia de Misiones, en el norte, y una senadora, anunciaron que abandonan la disciplina del Frente para la Victoria, el grupo de los fieles a la ex presidenta. Hace unos meses ya lo había hecho otro grupo importante, de 15 diputados, liderado por Diego Bossio, que fue uno de los hombres clave del kirchnerismo como jefe del ANSES, la seguridad social. “Condenamos estos hechos aberrantes y pornográficos, la Argentina tiene que elegir un camino distinto”, sentenció Bossio al ser preguntado por el escándalo.
El peronismo poco a poco se va alejando del kirchnerismo, muy tocado por este último golpe. Aún conserva un gran grupo de diputados y una enorme capacidad de movilización que demostró el último gran acto de Cristina Fernández de Kirchner, en abril, pero los escándalos y la pérdida del poder amenazan el movimiento que dominó Argentina sin rival hasta que apareció Mauricio Macri y ganó las elecciones.
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