Ecologistas en Acción concede dos banderas negras al litoral cántabro

  16 Junio 2016    Leído: 605
Ecologistas en Acción concede dos banderas negras al litoral cántabro

Ecologistas en Acción ha concedido dos banderas negras al litoral cántabro en 2016, una al puntal de Laredo por mala gestión y otra a la playa de Usgo, en el municipio de Miengo, por contaminación, fundamentalmente de lodos de cloruro cálcico, que llega hasta las playas de Santander.

En este último caso, el grupo ecologista ha recordado que en 2002, la planta de cloro del Grupo Solvay en Torrelavega puso en funcionamiento un emisario submarino que se adentra 700 metros en el mar y vierte sobre el lecho arenoso, a 14 metros de profundidad.

Esta conducción tiene una longitud de 8 kilómetros y se extiende desde Barreda, en las cercanías de Torrelavega, hasta la playa de Usgo, y a través de ella se evacuan los residuos minerales que se generan como subproducto del proceso de producción de carbonato sódico, fundamentalmente lodos de cloruro cálcico, con cloruro de sodio y carbonato cálcico.

La puesta en funcionamiento del emisario fue celebrada por la empresa, que declaró que "el agua en esa playa recobraría su transparencia", ha recordado Ecologistas en Acción, que ha denunciado que, diez años después, el territorio litoral afectado por este vertido "se ha extendido notablemente, lo que además es muy patente visualmente", y ha acusado de "confundir intencionalmente el carácter relativamente inerte desde el punto de vista químico" del vertido con una "pretendida inocuidad".

Al respecto, los ecologistas se han remitido a la existencia de "episodios recurrentes de gran turbiez de las aguas", que altera los ecosistemas y afectan a los organismos del litoral además de afectar al medio físico.

Si bien en los primeros años de funcionamiento estos lodos solo se removían con oleaje violento y mar de fondo, en los últimos bastan condiciones de la mar mucho "más modestas" para desencadenar la suspensión y transporte de las partículas "en altas concentraciones", muy patentes, que dan a la costa una turbidez y un color turquesa "muy evidentes", ha señalado el colectivo.

Según Ecologistas en Acción, los efectos se notan especialmente en dirección este y llegan a afectar a más de 10 kilómetros de Usgo, en la costa norte de Santander. "En estos lugares las partículas tapizan ligeramente las rocas y afectan a las aguas en las que se encuentran más de una decena de playas empleadas para el baño, por lo que el malestar de mariscadores, pescadores y bañistas comienza a ser un clamor", han asegurado.

La erosión del puntal de Laredo

La otra bandera negra es para el puntal de Laredo, por mala gestión, que ha permitido la erosión de "una de las formas litorales más extensas y valiosas de la costa de Cantabria" y que se encuentra parcialmente incluido en un Parque Natural, un Lugar de Interés Comunitario (LIC), una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y un sitio Ramsar.

Ecologistas en Acción ha señalado que aunque no existen estudios independientes, a partir de 2007 comenzó a producirse un aumento de la erosión de la playa, y los temporales de 2012-2013 y 2013-2014 provocaron "un retroceso muy considerable" del frente dunar en el extremo norte del puntal, la única porción relativamente libre de construcciones y alteraciones.

En enero y febrero de 2014 la erosión amenazó a algunos negocios hosteleros y el MAGRAMA puso en marcha el Plan Litoral con el que pretendía reparar los daños provocados por los temporales. En Laredo la intervención consistió en la construcción de una estructura de arena, "duna", de unos siete metros de altura, más de 30 metros de anchura y una longitud de un kilómetro en el frente marítimo del extremo norte del puntal, lo que supuso el dragado y volcado en la playa de 250.000 metros cúbicos de arena.

Esta intervención -que tuvo un coste de 1,9 millones de euros- fue "muy efímera", ya que en diciembre de 2014 había sido desmantelada por el oleaje. Los 175.000 metros cúbicos de arena alóctonos, desplazados a este entorno desde el Cabo de Ajo, se han dispersado por los fondos y han penetrado en la bahía, cubriendo y colmatando los bajos y llanuras intermareales, según testimonios de mariscadores y conocedores de las marismas de Santoña.

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