Se tuvieron en cuenta variables como la edad, el sexo, la educación, si eran o no fumadores, su vida social o su historial médico. Los investigadores observaron que el consumo de alcohol durante el tiempo que había llevado el estudio atrofiaba el hipocampo, una zona que afecta a la memoria. También reducía la capacidad del lenguaje —calculada a partir del número de palabras pronunciadas por minuto pertenecientes a una misma categoría o comenzadas con una determinada letra— y la cantidad de materia blanca, fundamental para desarrollar las capacidades cognitivas.
¿Cómo mide el estudio la cantidad de alcohol?
El estudio mide la ingesta de alcohol en unidades y considera cada una de ellas equivalente a 10 ml u 8 gramos de alcohol. Así, el consumo moderado oscila entre 14 y 21 unidades semanales (unas cuatro pintas de cerveza o cinco vasos de vino) y, el elevado, se fija en 30 unidades.
Incluso aquellos individuos que bebían de forma moderada eran tres veces más propensos a sufrir atrofia cerebral en comparación con aquellos que no consumían nada. Los participantes que consumían 300 ml de alcohol a la semana se enfrentaban al riesgo más alto.
Hasta ahora un gran número de médicos y científicos consideraba que el consumo moderado de alcohol —de un par de copas de vino a la semana— no era perjudicial para la salud. De hecho y según varias investigaciones llevadas a cabo durante los últimos 10 años, el consumo de estas cantidades de alcohol era beneficioso.
"El estudio demuestra que los efectos positivos del consumo del alcohol, si existen, se dan únicamente en dosis extremadamente bajas. Tenemos cada vez menos razones para creer que el consumo moderado de alcohol es normal y beneficioso para la salud", asegura Killian Welch, neurocientífica británica del Hospital Real de Edimburgo.
Los investigadores resaltan que la relevancia de este estudio reside en que hasta ahora solo se habían analizado las consecuencias nocivas de la ingesta elevada de alcohol, pero no de la moderada. Aplauden la reciente reducción de las cantidades de alcohol recomendadas en el Reino Unido y advierten que los límites de su consumo recomendados en Estados Unidos, por ejemplo, no se corresponden con las cantidades que realmente no suponen ningún riesgo para la salud. "Estos resultados hacen que se cuestionen los límites actuales recomendados en Estados Unidos", indican.
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