Brasil se aplica la receta de la austeridad
Más dura será la caída... Hasta no hace tanto tiempo, Barsil era la estrella emergente global, el gigante que se elevaba sobre las ruinas de un mundo que se hundía a su alrededor. Pero el Brasil del ego inflado, del Mundial, de las Olimpiadas, se parece más ahora al que perdió en casa frente a Alemania la semifinal del Mundial por 7 a 1. A los desequilibrios en la economía doméstica, el contagio de la desaceleración china y el desplome del precio de las materias primas se sumaron el cansancio con la corrupción liderada por el antes celebrado Partido de los Trabajadores (PT), con trece años en el poder, y la investigación Lavacoches, que sacó a la luz un escándalo que envuelve a políticos de todos los partidos y a empresas responsables por más del 13% del PIB nacional, entre ellas la petrolera Petrobras. Imposible, incluso para el gigante con más cintura, esquivar tantas piedras...
Después de constatar la existencia de un agujero en la cuentas públicas superior a los 42.000 millones de euros, el Gobierno interino de Michael Temer anunciaba recientemete su intención de aplicar una batería de medidas de austeridad, que incluyen un un techo para el gasto público vinculado a la tasa de inflación del año anterior (hasta ahora siempre crecían por encima), el recorte de subsidios y prestaciones socials y la eliminación de algunas exenciones impositivas. Señalado el camino, existen serias dudas de que el Ejecutivo de Temer logre el apoyo popular y político para avanzar por él.
«Necesitamos un plan gradual de ajuste, no se puede hacer de golpe», asegura el ex ministro de Economía Ricupero
Lo cierto es que Brasil necesita un plan de urgencia. Esta misma semana se conocía que su economía completaba dos años en recesión, después de caer un 5,4% en el primer trimestre del año respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. La producción industrial también ha acumulado una caída del 10,5 % en los cuatro primeros meses del año. Son muchos los datos que apunta a un escenario pésimo. Las previsiones oficiales anticipan una caída del 4,3% del PIB para este año y del 1,7% en 2017, tras haber retrocedido un 3% el año pasado, su peor resultado en 25 años. Según la OCDE, el déficit fiscal subió sobre el 10% del PIB, y el déficit primario (déficit fiscal, menos gastos con intereses de la deuda) superó el 2% del PIB. Casi dos millones de brasileños perdieron su trabajo en los últimos doce meses, con una tasa de paro del 11,2%, y la divisa, el real, se devaluó casi un 20%. La única mejora en ese cuadro desenfocado fueron las exportaciones, gracias a un cambio más favorable, y la balanza comercial, beneficiada por la falta de importaciones. De hecho, en los cinco primeros meses del año acumula 19.681 millones de dólares, exactamente el mismo valor registrado en todo 2015.
Los analistas dudan que las medidas para frenar deuda y déficit vayan a tener un efecto positivo inmediato, pero sí advierten algún resquicio de esperanza. «Estamos en un momento de un Gobierno interino que no se sabe si se va a quedar, pero la sensación es que la economía estaba en el fondo del pozo y que comienza a dar algunas señales», asegura el embajador y director de la universidad FAAP, en São Paulo, Rubens Ricupero, ex ministro de economía que lanzó el Real, el plan económico que en 1994 venció la hiperinflación brasileña.
En un diálogo en el que participó ABC, Ricupero elogió la elección de Henrique Meirelles, un exgobenador del Banco Central brasileño muy respetado por los inversores, como ministro de Hacienda. «No se puede encarnar un ajuste fiscal por encima de cualquier cosa, en una economía convaleciente como la brasileña. Necesitaremos un plan plurianual y gradual», dice el diplomático, que ha tenido influencia en la estrategia internacional del nuevo Gobierno, a través de su pupilo, el actual canciller José Serra.
Para el mencionado especialista, el contexto global de caída del precio de las materia primas perjudicó al país, pero el gran error fue, a su juicio, el aumento de gastos como medida anticíclica por encima del crecimiento de la economía, sin preparar una eliminación gradual del déficit público, que es lo que Meirelles propone en este momento. «No se puede aplicar una solución como la de Grecia, tendrá que ser gradual», explica.
Según Ricupero los dos grandes problemas de Brasil, el déficit de las finanzas estatales yel elevado desempleo provocan un compljeo escenario: «La solución de uno complica el otro».