Una pelota gigante cuelga de la torre Eiffel, uno de los símbolos más visibles que recuerda el inicio de la Eurocopa 2016 en una ciudad que, de momento, aguarda discretamente un torneo que la mantendrá en tensión durante un mes. París sigue con su vida, inundada de turistas y sumida en un sinfín de problemas laborales que han dejado el balón a un lado. Pero este aire de aparente indiferencia acabará este viernes, con el saque inicial, en el debut de Francia frente a Rumanía (21.00 horas, Tele 5) en Saint Denis bajo el doble foco de lo que ocurrirá en el campo y de que no ocurra nada fuera.
Con esa doble mirada, que antes de empezar se ha traducido en una psicosis general para garantizar la seguridad, el fútbol aparece como un punto de encuentro para un país que anda peleado de norte a sur y de este a oeste, inmerso en todo tipo de conflictos. "Estamos pasando por un momento difícil, tanto a nivel político como por las recientes inundaciones. Así que es importante poner una sonrisa en los rostros de los franceses”, proclamó el defensa Laurent Koscielny.
"Se debe evitar la presión a toda costa. Lo que necesitamos es adrenalina y emoción. Nunca antes había sentido tanto apoyo de la gente como ahora" Didier Deschamps
"Estamos pasando por un momento difícil, tanto a nivel político como por las recientes inundaciones. Así que es importante poner una sonrisa en los rostros de los franceses” Laurent Koscielny
Curiosamente, la selección, tan propensa a los desórdenes y las agitaciones internas, vive una tregua después de una larga batalla a raíz del `caso Valbuena`. Ahora parece dispuesta a jugar en paz, pese al ruido que le acompañado hasta aquí. "Se debe evitar la presión a toca costa. La presión es negativa. Lo que necesitamos es adrenalina y emoción.
El ambiente es favorable y no nos debe debilitar", declaró Didier Deschamps, que ante su sexto torneo como jugador y seleccionador dice sentir algo especial: "Nunca antes había percibido tanto apoyo de la gente como ahora".
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