Ahora bien, ¿para qué van a utilizarse estos tres meses? Si Junts pel Sí (JxSí) y el Govern pretenden otra aproximación a la CUP para ver si convencen a los antisistema de que apoyen la cuestión de confianza, y se eviten así otras elecciones, se caerá en un nuevo error. Esta pretensión de seguir aliados a la CUP podría desprenderse de las reiteradas afirmaciones del `president` de que no renunciará al `procés` ni a situar a Catalunya a las puertas de la independencia. Sin embargo, si algo ha quedado claro en el frustrado debate es la incompatibilidad entre JxSí y la CUP. Más allá de los reproches sobre si los presupuestos son más o menos sociales, la CUP sostiene que no llevan a la independencia y el Govern asegura lo contrario.
Dicho de forma más clara: para la CUP, los presupuestos no cumplen con la declaración rupturista aprobada el 9-N del 2015 y por eso entiende que el veto no rompe un pacto de estabilidad ya violado antes por la otra parte. Con este planteamiento, vuelve a demostrarse que el verdadero error de JxSí y del Govern fue una declaración que incluía la desobediencia al Estado que ahora la CUP reivindica y que los diputados de la mayoría sabían imposible de cumplir.
Ante este panorama, tiene razón Oriol Junqueras al advertir de los peligros que corre la economía catalana y el perjuicio que la falta de presupuestos supone para los servicios sociales. Sin embargo, conociendo a la CUP y su lógica -es pobre el reproche de que han votado con el PP-, nadie puede llamarse a engaño.
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