Hillary Clinton dio este martes un golpe que resquebraja un techo de cristal —el límite invisible a las aspiraciones de las mujeres— hasta ahora infranqueable. Clinton se proclamó como la primera mujer que logra el respaldo necesario para encabezar el ticket a la presidencia de Estados Unidos. El significado del momento es enorme. A partir de ahora, como dice la candidata demócrata, cualquier padre podrá decir a su hija que podrá ser lo que quiera en la vida, incluso presidenta de la mayor potencia mundial.
Liley Kate, de siete años, no quiso perderse un acontencimiento que siempre recordará. Su madre quería que estuviera aquí, en los viejos astilleros de Brooklyn donde Clinton celebró la noche electoral, para que vea ella misma que se puede conseguir llegar a lo más alto. “No tendré que decirle nada porque lo está viviendo. El mensaje es enorme”, dice la madre, consciente de que aún queda mucho cristal que romper.
El recuento de delegados ya le daba el lunes a Clinton el número mágico para la nominación. Pero la demócrata decidió esperar al resultado de las primarias en Nueva Jersey y California para cantar aún con más fuerza victoria y realzar la trascendencia del momento. Los simpatizantes de Clinton saben que tener una mujer presidente es un testimonio rotundo sobre los valores amenazados por la retórica incendiaria de Donald Trump, el rival republicano en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.
Que sea la primera mujer que va a luchar por la presidencia de EE UU es revolucionario en sí mismo, y ese es el tono que Hillary Clinton dio a su puesta en escena para celebrarlo aun consciente de la división interna entre los progresistas. “El Partido Demócrata está derrumbando otra barrera”, anunciaba el potente vídeo producido para la ocasión, en el que se quiso reconocer la labor hecha por otras mujeres que prepararon el camino hacia la igualdad de oportunidades. “Es una cuestión de humanismo”.
Clinton arrancó el discurso reconociendo a todos los que abrieron el camino. “Esta victoria pertenece a las mujeres y hombres que, con su sacrificio, hicieron esta noche posible”, dijo. Atrás quedan los años en los que el mundo de la política y de la cultura eran hostiles hacia las mujeres con ambición. El Congreso de EE UU obligaba hasta comienzos de los años 1990 a las mujeres a llevar falda. Eso fue hasta que las senadoras Nancy Kassebaum y Barbara Mikulski iniciaron la bautizada como rebelión del pantalón.
Tres décadas después de que se tumbara aquella regla arcaica y de que los Clinton se instalaran en la Casa Blanca, la exsenadora demócrata y ex secretaria de Estado utilizó el altavoz de la campaña durante estos meses para reafirmar su profesionalidad y dejar claro que ella fue la socia del expresidente Bill Clinton, no simplemente su esposa. “Ya no hay límites para nadie”, dijo.
Su nominación, como dice una de las asistentes al mitin final, Ammy Grimm, de 39 años, puede redefinir el concepto de ciudadanía. “Las mujeres no van a tener límites a sus aspiraciones en la vida. Hillary Clinton va a ser el ejemplo para millones en todo el mundo, no solo de EE UU”.
“Es lo que hizo Barack Obama cuando se proclamó como el primer candidato negro a la Casa Blanca”, recuerda Frances Lippette, de 73 años. "Y ahora estamos haciendo lo mismo con Hillary Clinton”. “Me pone los pelos de punta ver que en tan poco tiempo se haya conseguido algo tan grande para la sociedad”, añadió esta demócrata afroamericana.
La historia ha hecho que esta fiesta coincida en el tiempo con el mismo día en el que Hillary Clinton decidió abandonar la carrera presidencial ante el actual presidente Obama hace ocho años. Entonces dijo en su discurso de renuncia que el techo de cristal no se había roto, pero había quedado resquebrajado en 18 millones de trozos. “El camino será más fácil la próxima vez”, anunció.
La primera vez que una mujer se presentó a las presidenciales fue en 1872. No recibió un solo voto electoral. Ahí empezó la batalla por tener representación en la vida política, incluido el derecho a votar, que no llegó hasta 1920.
Hillary Clinton concluyó diciendo que estas elecciones afecta a lo que los estadounidenses quieren ser como nación, independientemente de que se sea demócrata o republicano. Tenía en mente al republicano Trump. El mensaje iba destinado a los electores del partido conservador. “Somos más fuertes cuando actuamos juntos por el futuro”, dijo, recordando la influencia que tuvo su madre en su vida. “Me encantaría que pudiera estar aquí para que viese a su hija como la candidata demócrata”.
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