Con armas nucleares en la trama, nadie puede acusar a esta última aventura de no haber apostado a lo grande. Aún así, Fate of the Furious (que evita nombrarse de forma como la secuela, aparte de su etiqueta en Twitter) provoca esporádicamente alguna chispa de vida, con la mejor rutina que es entre los personajes de Dwayne Johnson y Jason Statham e incluye una burla machista. Algo que eventualmente lleva a estos dos “tipos duros” a estallar de la risa.
La trama, así como está planteada, resulta casi fortuita. Después de que la película abre con una secuencia en Cuba, que prácticamente malgasta esa locación, el brusco autómata Dom (Vin Diesel) conoce a Cipher, quien encuentra la manera de obligarlo a ayudarla.
Una vez Dom resulta “embaucado”, como el agente federal Luke Hobbs (Johnson) lo plantea, su equipo queda en un estado de nerviosismo que termina forzándolos a una alianza incómoda con el Deckard Shaw (Statham). Y eso los lleva a una búsqueda alrededor del mundo para frustrar los planes de Cipher.
Incluso para los estándares del género, la narrativa a veces se siente un poco tosca. En un caso se pasa de una escena tranquila a una secuencia de acción en Berlín, como si el director F. Gary Grey haya decidido de repente que era hora de acelerar el molesto diálogo y llegar a la exposición, rápido.
Theron, mientras tanto, prueba ser una villana estable, que carga con un diálogo lo suficientemente memorizado para que simplemente sea justo asumir que sus objetivos son nefastos y que ella se puede salir con la suya.
Inevitablemente, el cuadro principal siguen siendo los elaborados montajes de carros y carreras. Pero incluso esos tienen una cierta falla de calidad en la producción, así como la necesidad de seguir aumentando el uso de hardware militar. Para el momento en que los héroes están persiguiendo un submarino nuclear, el factor de emoción está en que el hielo es realmente delgado.
Es igualmente cierto que estas películas están casi a prueba de reseñas, lo que hace que las críticas sean bastante irrelevantes. Los fanáticos más leales sienten que valió la pena invertir en ver la cinta y recaudar toda una barcada de dinero es una certeza potencial.
Aunque estas películas se han convertido en toda un gran franquicia, que ya cuenta con más secuelas en la misma línea, siempre hay espacio para maniobrar incluso dentro de los límites de una fórmula. Fate of the Furious, por el contrario, parece estar conforme con ponerle freno a la velocidad.
cnn.com
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