Hay situaciones y situaciones, días y días. Unos en los que la inspiración nace de un jarrón con girasoles o de unos nenúfares sobre el agua, y el pintor, pincel en mano, extrae oro de la nada, pero hay otros en los que por más que la escena invite a un gran lienzo, el artista se atasca. Algo así le ocurrió a Rafael Nadal, que después de dos exhibiciones consecutivas se topó con un japonés contestatario, Yoshihito Nishioka, y tardó más de lo previsto en darle forma a la obra. Lo consiguió el de Manacor (7-6 y 6-3, en 1h 57), con el mono de trabajo y brocha gruesa, y avista en las semifinales al croata Marin Cilic, a priori el primer obstáculo de verdadera envergadura en Acapulco.
A diferencia de los dos partidos previos, nocturnos, este último pulso comenzó con la puesta de sol en Acapulco. Una luz inspiradora adornaba la pista principal del recinto y al público le costó tomar asiento, lo que provocó un ligero de mosqueo de Nadal. No estuvo cómodo ni fino el mallorquín, quien también precisó de un buen rato para encontrar su sitio en la pista y estuvo muy impreciso durante el primer parcial, porque empezó trabado y cometió muchos más errores de los que suele. Ya sin el vendaje de la rodilla derecha que le acompañó en las dos primeras rondas, le faltó la frescura de otros días y sus derechas tropezaron con demasiada frecuencia en la red.
Se resintió también su servicio, muy entonado este curso, lo que avivó a un Nishioka que logró un quiebre a las primeras de cambio e intentó sacar el máximo jugo al lapso inicial del español. No le entraban los primeros saques a Nadal y la propuesta mordiente del japonés le hizo recular unos metros y perder la zona dulce del rectángulo, el área central de percusión. No le faltan además buenas formas a su contrincante, formado en la academia del productor Nick Bollettieri, un tenista alcalino (1,70) que a sus 21 años ocupa el puesto 86 del ranking y ayer jugó sobreestimulado, por tener enfrente a quien tenía y por el rumbo que tomó la historia.
El despiste de Nadal le dio vidilla (2-4) y consiguió estirar el primer set hasta el tie-break, pero ahí el balear le dijo basta. Afiló el servicio y se entonó lo suficiente como para poner un 5-0 de por medio y un 7-2 definitivo, aunque la recompensa no disimula una manga muy precaria, plagada de fallos (23 errores no forzados, 31 en el cómputo global) y con una clara disminución de los índices del saque (60% de efectividad y solo un 50% de puntos con segundos, 46% al final). Fue su arranque más discreto este año, el más trabado, aunque reaccionó y poco a poco fue corrigiendo las deficiencias. Endureció el ritmo y le exigió progresivamente a Nishioka, que perdió un punto de efervescencia, aunque para nada el descaro.
En los cruces previos, el español domina por 3-1 al balcánico, que no logra derrotarle desde 2009
Dejó algunos detalles técnicos muy buenos el nipón y guerreó hasta el final. En la continuación repitió arranque, con un break, y a Nadal siguió molestándole el desorden y los paseos que había en la grada, durante las transiciones de un punto a otro. Vino la noche y paradójicamente el español fue desperezándose, ganando confianza e incluso lenguaje gestual, porque en esta ocasión estuvo más apagado que de costumbre. Recuperó la rotura y firmó cuatro juegos consecutivos para revertir de nuevo la inercia. Con viento a favor fabricó los dos mejores puntos de la jornada: primero rompió la pelota con una derecha paralela preciosa y después trazó un globo cruzado, de revés, que dejó brazos en jarra a Nishioka.
Le costó a Nadal encontrar cadencia, pero corrigió cuando debía y desembarcó en las semifinales del torneo mexicano, donde ya encadena 13 victorias consecutivas. Este viernes, de madrugada, aparece en su horizonte un escollo de dimensiones considerables. Después de tres ensayos provechosos, pero muy asequibles (Mischa Zverev, Paolo Lorenzi y Nishioka), el cuadro le cita con el croata Cilic. Campeón del US Open en 2014, el balcánico (8 del mundo) avanzó sin ni siquiera tener que vestirse de corto, puesto que los problemas de Steve Johnson en un tobillo le otorgaron directamente el pase.
En los precedentes, Nadal domina por 3-1. El último cruce entre ambos tuvo lugar en 2015 (Basilea) y el croata logró su único triunfo hace ocho años, en Pekín.
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