La revolución robótica desembarca con fuerza en China, donde la empresa Foxconn, el primer fabricante de móviles del mundo, ya prepara un plan de sustitución de 60.000 empleados por robots. La automatización conllevará una nueva remodelación industrial que afectará también a todos los países desarrollados. Austria, Alemania y España, por este orden, estarán entre los Estados que más sufrirán en cuanto a pérdida de puestos de trabajo, según sostiene la OCDE en su estudio The Risk of Automation for Jobs in OECD Countries (El riesgo de la automatización en el trabajo en los países de la OCDE), publicado en mayo.
Si, de media, el 9% de los trabajadores de los países de la OCDE "está en riesgo" por la llegada de la inteligencia artificial, drones e impresoras 3D, en Alemania y Austria esta cuota es considerablemente superior, consideran los expertos de la organización. En estos países, más de un 12% de los puestos de trabajos podría desaparecer por la cuarta revolución industrial. Una cifra mayor a la de Bélgica o Finlandia, donde el porcentaje es del 7%. España, también cerca del 12%, tras Austria y Alemania es el tercer país de la OCDE con mayor riesgo de sufrir una dolorosa reconversión industrial de la mano de los robots.
Los investigadores de la organización, que realizan su trabajo partiendo de una encuesta llevada a cabo por la propia OCDE en 2012 (“una base de datos única con microdatos sobre habilidades y competencias”, señala el estudio), destacan que los empleos más repetitivos —generalmente los manuales— serán los más afectados. Los expertos comparan a Austria con Estados Unidos, para concluir que en cuanto a penetración de la robótica incide más la reiteración de un proceso productivo que el nivel educativo de la plantilla. En EE UU los trabajadores están, de media, menos preparados que en Austria, pero desempeñan tareas menos repetitivas. Por ello, es más improbable que sean sustituidos por las máquinas.
Durante el Foro Económico Mundial de Davos de enero ya se llegó a conclusiones parecidas. Los economistas calcularon que de aquí a 2020 se perderán unos cinco millones de puestos de trabajo en todo el mundo por la que se bautizó como "cuarta revolución industrial". Con una particularidad: esta revolución tendrá un impacto menor en las economías desarrolladas que en los mercados emergentes, que se verán afectados por la reducción de la ventaja competitiva de la mano de obra barata.
La capacidad de defensa del empleo depende de una doble dinámica, sostiene la OCDE. Por un lado está la estructura productiva de los lugares de trabajo y por el otro el grado de adaptación a las nuevas tecnologías. Esto significa que cuánto menor es la interacción entre los empleados, más probable será que el hombre acabe siendo reemplazado. Y lo mismo sucede con el grado de innovación tecnológica: en los países donde ya se apuesta por la digitalización y la innovación, será menor la probabilidad de que los trabajadores terminen siendo arrollados por el tsunami robótico.
Pese a que el estudio dibuja un panorama con muchos perdedores, la OCDE cree que todo proceso de cambio genera nuevas oportunidades en sectores aún desconocidos. El proceso de automatización de la sociedad es "lento" y los trabajadores pueden adaptarse al cambio, aprovechando que se necesitará más creatividad y talento. En este sentido, para la OCDE, lo importante es abrir el debate y no escudarse en la visión fatalista del "desempleo tecnológico".
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