En los llamamientos se menciona que, en la noche del 25 al 26 de febrero de 1992, formaciones armadas armenias atacaron la ciudad de Joyalí y la arrasaron por completo en pocas horas. A causa de este ataque, 613 civiles fueron brutalmente asesinados, entre ellos 106 mujeres, 63 niños y 70 ancianos. Además, 8 familias quedaron completamente destruidas, 25 niños perdieron a ambos padres y 130 niños quedaron huérfanos de al menos uno de sus progenitores. Las víctimas fueron sometidas a una crueldad sin precedentes. Otros 1.275 habitantes de Joyalí fueron tomados como rehenes, y aún se desconoce el destino de 150 de ellos, incluidos 68 mujeres y 26 niños.
Aunque los organizadores de este acto de genocidio fueron los dirigentes políticos y estatales de Armenia, sus autores directos fueron miembros de las fuerzas armadas armenias, grupos terroristas armenios y soldados del 366º Regimiento de Fusiles Motorizados del ejército soviético estacionado en Khankendi.
Los llamamientos señalan que, tras el cese de 30 años de ocupación y la restauración de la integridad territorial y la soberanía de Azerbaiyán, se están llevando a cabo obras de restauración y reconstrucción a gran escala en todos los territorios liberados, incluido Joyalí. Al igual que los residentes de otras regiones, los residentes de Joyalí que regresen a su tierra natal vivirán en paz y seguridad en sus hogares.
Sin embargo, las víctimas del genocidio de Joyalí siguen esperando que se haga justicia. Por desgracia, Armenia se niega a llevar ante la justicia a los responsables de la masacre y de otros numerosos crímenes de guerra. La inacción de Armenia y el hecho de que no tome ninguna medida en respuesta a los actos ilícitos constituye una abierta violación del derecho internacional, conduce a una impunidad aún mayor y supone una grave amenaza para la tan esperada paz y estabilidad en la región.
Además, se subraya que el genocidio de Joyalí es un crimen no sólo contra el pueblo azerbaiyano, sino también contra toda la humanidad. La enérgica condena de este genocidio por parte del mundo civilizado puede ayudar a prevenir la comisión de crímenes similares en el futuro.
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