¿Por qué la reforma laboral ha desatado una crisis en Francia?

  28 Mayo 2016    Leído: 366
¿Por qué la reforma laboral ha desatado una crisis en Francia?
La policía antidisturbios carga contra los manifestantes durante una protesta celebrada en París.
La polémica por la reforma laboral francesa se prolonga ya cuatro meses en los que la tensión entre los sindicatos y el Gobierno no deja de aumentar. Ha sido un periodo de cambios políticos y sociales y el Ejecutivo teme ahora que afecte a su imagen internacional durante la celebración de la Eurocopa 2016, amenazada, junto con el terrorismo yihadista, también ahora por las huelgas.
¿En qué consiste la reforma laboral del Gobierno francés?
En febrero, antes de que el texto fuera presentando en la Asamblea Nacional, las primeras filtraciones sobre su contenido no gustaron a una amplia mayoría social. El texto contemplaba la primacía de la negociación directa entre empresario y trabajador, por encima del código de trabajo y los convenios colectivos; establece un techo en las indemnizaciones por despido improcedente y establece las condiciones que justificarían el despido económico. El texto va en la línea de las reformas que Bruselas exige a Francia y tanto el primer ministro Manuel Valls como Emmanuel Macron, ministro de Economía, la defendieron porque otorga flexibilidad a las empresas. Además, aseguran que es beneficiosa para los más jóvenes y da más garantías a los trabajadores.
¿En qué punto del trámite parlamentario se encuentra la Ley?
La contestación del conjunto de los sindicatos y de un 70% de la población que, según las encuestas, se oponía a la reforma, motivaron al primer ministro a dar marcha atrás y proponer una revisión del texto. En la negociación participaron varios sindicatos aunque Valls se mostró especialmente abierto a la Confederación Francesa de Trabajadores (CFDT), considerado sindicato reformista, que pedía cambios, especialmente sobre la retirada del límite en las indemnizaciones, pero no la retirada total del texto, como reclamaba la CGT, Fuerza Obrera, sindicatos estudiantiles y el resto de fuerzas de los trabajadores. El texto se adopta finalmente en Consejo de Ministros el 24 de marzo: el techo en las indemnizaciones pasa a ser un baremo orientativo para los tribunales que tendrán la última palabra; se revisan también las condiciones por las que una empresa puede organizar despidos económicos. La reforma llegó a la Asamblea Nacional este mes pero el miedo a un debate eterno y falta de apoyos llevó al Ejecutivo a aplicar la ley 49.3, para validar el texto sin necesidad de votación o debate parlamentario. Ahora pasa al Senado y después volvería al Parlamento donde el gobierno podría utilizar de nuevo el decreto para ratificarla a principios de verano.
¿Quién está a favor y en contra?
Medef, la patronal, respaldó la reforma mientras que los socialistas guardaban la vergüenza de un proyecto de ley tachado de "demasiado liberal" y de "retroceso al siglo XIX". La derecha, por su parte, está en contra por considerar que las medidas son insuficientes. La CFDT mostró su apoyo una vez validados los cambios en el texto pero el resto de sindicatos (CGT, FO, FSU y SUD) y organizaciones estudiantiles (Unef y UNL), piden su retirada y convocaron manifestaciones en todo el país. Hasta el momento se han celebrado ocho jornadas de protesta nacional, teñidas por los enfrentamientos entre alborotadores y fuerzas del orden cuya represión cada vez es mayor. En este contexto y tras la manifestación del 31 de marzo, surge la Nuit Debout, un movimiento que sigue la estela del 15-M español.
¿Qué ocurre con los bloqueos?
Algunos sectores, principalmente la SNCF -compañía de trenes- y los controladores aéreos, llevan meses organizando huelgas contra los cambios en sus condiciones laborales. Estos se han sumado a las llamadas de la CGT, que clama por un endurecimiento de las protestas contra la Ley del Trabajo hasta que el Gobierno se abra al diálogo. Así, han respondido a la cita el sector energético, trabajadores de la industria petrolera y centrales nucleares, pero también los gremios anteriormente citados: habrá huelga en los aeropuertos de todo el país el 2 y el 5 de junio, a los que podrían sumarse protestas de Air France el 1 de junio, y otro nuevo paro de los controladores aéreos el 14 de junio. La RATP, la compañía que gestiona la red de metro de París y otros transportes urbanos de la capital, ha convocado una huelga indefinida a partir del próximo 2 de junio, y la SNCF todos los miércoles y jueves aunque podría también convertirse en indefinida a partir del 1 de junio. Por el momento, los bloqueos en depósitos de carburantes y refinerías, a pesar de los intentos de las autoridades por evacuar las zonas cortadas, han dejado desabastecidas al 30% de las gasolineras del país. La situación ha motivado al gobierno a hacer uso de las reservas de las que dispone el país. En el caso de las plantas nucleares, la reducción en las cargas de producción realizadas esta semana no ha interferido en la distribución de electricidad.
¿Afectará a la Eurocopa?
Los sindicatos han amenazado con continuar las movilizaciones e incluso reforzarlas durante la celebración de la Eurocopa, que empieza el próximo 10 de junio, si el Gobierno se mantiene en sus casillas. Además, de la advertencia real que ya pesa sobre ferrocarriles, aeropuertos, taxis y otros gremios de peso, se añadirían los bloqueos en refinerías, depósitos y nucleares que aún pueden ir a más. Públicamente, el Ejecutivo intenta quitarle peso al asunto pero lo cierto es que el miedo a la imagen mundial de crisis social que el país pueda dar en estas fechas está llevando al Gobierno a replantearse mejoras y cambios en el texto, principalmente en lo que respecta a la inversión de la jerarquía en los acuerdos de empresa, según una información publicada por Le Monde.
¿Qué salidas quedan?
No son pocas las comparaciones del momento de agitación social que vive Francia con el que ya se vivió en mayo de 1968, punto por el que incluso François Hollande ha sido interrogado respondiendo que se trata de un "simple conflicto tradicional". La CGT, cuyas últimas acciones han sido respaldas por el 63% de la población francesa a pesar de que el gobierno hable de una "minoría social", está ganando peso en su lucha mientras que Valls por primera vez empieza a verse acorralado y sabe que no puede mantener eternamente esta posición inflexible. "La CGT no hace las leyes en este país", dijo esta semana. Lo más probable es que el gobierno ofrezca a los sindicatos un cambio que calme la situación de forma temporal, al menos mientras la mirada internacional se centra en el país, y que finalmente, con el uso de un nuevo decreto el texto se apruebe como sea y con lo que sea -literalmente- con tal de salir del `impasse` de revueltas y desacuerdos políticos en el que andan metidos a menos de un año de las elecciones presidenciales. Hollande lo describió mejor: "No se preocupen, Francia está simplemente siendo Francia".

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