El número de partidarios de la declaración firmada el 29 de junio por 32 organizaciones no gubernamentales de diferentes países se acerca a los 70. Esto demuestra una vez más la preocupación de la comunidad internacional ante la posibilidad de que Armenia provoque una catástrofe medioambiental mundial.
Cabe señalar que en la declaración se expresa preocupación por que el proyecto conjunto de Armenia y Estados Unidos, que se construirá en Arazdayan, provoque una nueva catástrofe ecológica.
Se subraya que el establecimiento de esta gran planta metalúrgica constituye una flagrante violación de las normas y principios reconocidos internacionalmente, en particular los formulados en el Convenio de la Comisión Económica para Europa (CEPE) de las Naciones Unidas sobre la evaluación del impacto ambiental en un contexto transfronterizo (Convenio de Espoo).
Se llama la atención sobre el hecho de que la construcción de una instalación de este tipo en la frontera sin obtener el consentimiento de la parte azerbaiyana constituye una violación flagrante del Convenio de Espoo de 1991, que aborda la evaluación del impacto ambiental en un contexto transfronterizo. El Convenio de Espoo exige una evaluación exhaustiva del impacto ambiental de la planta. El documento de evaluación relativo a la construcción de la fábrica debe ser revisado por las instituciones azerbaiyanas pertinentes y por activistas ecológicos, teniendo en cuenta la opinión de los residentes azerbaiyanos que viven en las proximidades de la región.
La construcción de una planta de este tipo es perjudicial para las personas y el planeta, una línea roja para la sociedad civil dadas las consecuencias de largo alcance y la amenaza que supone para la salud humana, el medio ambiente y la verdadera sostenibilidad.
Los efectos potenciales de los residuos químicos tóxicos de la planta metalúrgica sobre el ecosistema local son significativos. Este impacto medioambiental afectará sin duda a la salud y la seguridad humanas, así como a la flora, la fauna, el suelo, el aire y las masas de agua. La posibilidad de verter estos residuos en el río Araz suscita alarma y preocupación por el destino de la fauna fluvial, así como por las grandes explotaciones agrícolas que utilizan las aguas del Araz para el riego.
En vista de ello, las ONG piden a las organizaciones internacionales pertinentes, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Mundial de la Salud, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Sustancias Nocivas y Derechos Humanos, que respondan a esta situación y tomen las medidas adecuadas. Se señala que las continuas violaciones medioambientales de Armenia deben llegar a su fin.
La declaración también insta a Estados Unidos a que reconozca estos riesgos y deje de apoyar la construcción de la citada planta metalúrgica en Arazdayan.
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