Empezamos a comprar por internet, a teletrabajar, a realizar nuestras gestiones administrativas de forma telemática… Además, las fuentes de entretenimiento digitales dieron un paso adelante, y las formas de comunicarnos, e incluso de relacionarnos pasaron a depender de los medios informáticos.
A medida que los efectos de la pandemia han ido remitiendo y hemos ido regresando a un estado de relativa normalidad, estas soluciones han dejado de ser tan necesarias. Sin embargo, muchas de esas tendencias se han mantenido (quizás de forma algo más relajada, pero ahí siguen, al fin y al cabo). Esto nos lleva a pensar que ese avance sin precedentes ha venido para quedarse, y que ya no hay vuelta atrás. Como el avance ha sido tan rápido y drástico —impulsado por unas circunstancias tan excepcionales como las que hemos vivido durante los últimos años—, la adaptación a la nueva realidad digital no ha pillado a todos con el mismo grado de preparación. De ahí la pregunta que planteamos; ¿estás adaptado a la tecnología actual?
El hecho de que utilices uno o varios dispositivos —y que, de hecho, dependas de ellos—, ya sea para comunicarte, para relacionarte, para realizar gestiones o para trabajar no quiere decir necesariamente que estés adaptado a la tecnología de hoy. Quizás estés utilizando herramientas tecnológicas (muy poca gente puede permitirse, a día de hoy, estar al margen de esto), pero eso no significa que estés adaptado a la tecnología de hoy. Estar adaptado a la tecnología de hoy tiene que ver con sacar provecho de las funcionalidades que ofrecen las herramientas y las tendencias tecnológicas más punteras. Es decir, estar adaptado a la tecnología de hoy es sinónimo de actualización. En un mundo tan cambiante, dinámico y versátil como es el mundo de la tecnología, esto no siempre es tarea fácil ya que los avances ocurren a gran velocidad y es difícil mantenerse al día. Esta situación es tan actual que se ha empezado a acuñar el término de edad tecnológica, en contraposición de la edad física, para mostrar lo adaptado que está un individuo a las corrientes actuales. Aunque una medida acertada requeriría de un estudio en profundidad, siempre se pueden utilizar herramientas online, como este test de ExpressVPN, para hacernos una idea.
De la automatización estamos pasando a la hiperautomatización. Del mundo físico al metaverso. Del análisis de datos a la predicción de datos. De la nube al Edge Computing. De los modelos empresariales tradicionales a los modelos híbridos de las empresas distribuidas. Además, los servicios low-code van ganando terreno, y la IA y el Internet De Las Cosas se van asentando como tecnologías con cada vez más impacto. Y todo ello en un contexto en el que la sostenibilidad empieza a tener un peso cada vez más importante. Esta es solo una porción mínima de la panorámica completa que muestra lo que está llegando.
Estar adaptado a estos y a los demás avances que van viniendo supone algo esencial tanto a nivel individual como empresarial. De esa adaptación depende entender los retos del presente y el futuro, tanto los relativos a entender el mundo en el que vivimos y los mercados para acomodarnos mejor a ellos y saber aprovechar las oportunidades que ofrecen; como para hacer frente a las amenazas venideras que, como ocurre en el caso, por ejemplo, de la ciberseguridad, son cada vez más acuciantes.
¿Estás adaptado a la tecnología actual? Quizás en la reflexión que plantea este artículo te hayas dado cuenta de que lo estás, o de que estás menos adaptado de lo que pensabas. En cualquiera de los casos, el proceso continúa, porque los avances tecnológicos no paran.
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