El documento publicado por la ODNI "evalúa", en particular, que el presidente ruso, Vladímir Putin, "ordenó una campaña en 2016 dirigida a influenciar las elecciones presidenciales de EEUU", pero a la vez reconoce que los presuntos hackeos rusos no influyeron en el conteo de votos en las presidenciales del 8 de noviembre de 2016. Además, dice expresamente que no pretendía "evaluar el impacto de las actividades rusas en los resultados de las elecciones de 2016", sino aspiraba a "monitorear y evaluar las intenciones, las capacidades y las acciones de los actores extranjeros".
En octubre pasado, representantes de Inteligencia de EEUU afirmaron que unos "hackers rusos" atentaron contra el proceso electoral del país. Más tarde, la CIA acusó a Rusia de haber vulnerado meses antes los servidores del Partido Demócrata para favorecer al entonces candidato republicano y ahora presidente electo Donald Trump. EEUU sigue sin presentar pruebas algunas de la implicación de Moscú en los hackeos.
A este respecto, Putin declaró que las filtraciones que se hicieron tras los hackeos en WikiLeaks no benefician a Rusia, y que la histeria en torno a las mismas se azuzaba para desviar la atención de su contenido, en particular de cómo el Comité Nacional del Partido Demócrata favoreció a Hillary Clinton en las elecciones primarias y buscó desacreditar a su principal rival, el senador Bernie Sanders. Putin afirmó, además, en alusión al Partido Demócrata y a Clinton, que "el que pierde siempre busca a quién echar la culpa". El propio Trump dijo a The New York Times que la tormenta que rodea al supuesto hackeo ruso es una caza de brujas política llevada a cabo por sus adversarios, avergonzados por su pérdida en las elecciones presidenciales. Más tarde, afirmó que los presuntos hackeos no tuvieron "absolutamente ningún efecto en el resultado de las elecciones". El fundador de Wikileaks, Julian Assange, también desmintió que Rusia le hubiera entregado los documentos filtrados en julio pasado.
Sputnik
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