El candidato de Ciudadanos llega a Venezuela, donde ha sido recibido por Lilian Tintori. Durante la tarde hablará en la Asamblea Nacional.

Mientras Albert Rivera descuenta minutos frente a la policía de fronteras de Venezuela, Lilian Tintori espera. Es media tarde en Caracas, y el líder de Ciudadanos es el último pasajero del vuelo UX071 en cumplir con los trámites de entrada en el país. Falta un papel. Se eternizan los minutos de espera.

Fuera, se agolpa una cincuentena de cámaras. Cuando por fin Rivera se abraza con Tintori, la esposa de Leopoldo López, opositor encarcelado, truenan los flashes y se disparan las preguntas sobre por qué el candidato de Ciudadanos ha aceptado la invitación de la Asamblea Nacional para hablar este martes ante sus diputados. “La mayoría de partidos de España, salvo Podemos, por motivos obvios, están de acuerdo en ayudar al diálogo”, responde Rivera.

El candidato de Ciudadanos no cierra la puerta a reunirse con representantes del gobierno de Nicolás Maduro. Su agenda, sin embargo, está llena por ahora de citas con las caras visibles de la oposición. Tintori le abraza en el mismo aeropuerto. En las próximas horas se entrevistará con Henrique Capriles, líder del opositor MUD. Y tiene previsto reunirse, también, con los familiares del centenar de presos políticos que hay en Venezuela, según los partidos de la oposición. Rivera, que ya apoyó una ley de amnistía que habría supuesto su libertad, se muestra a favor de la opción constitucional de revocar a Maduro como presidente nada más aterrizar en Caracas.

“Había quien no quería que viniéramos, pero venimos a colaborar con la democracia, para que haya un dialogo efectivo y se acabe esta crisis humanitaria que vive el país”, dice en referencia a Diosdado Cabello, uno de los pesos pesados del Ejecutivo, que durante la pasada semana apostó porque no se le dejara entrar en el país. “Lo que quiero es que en Venezuela haya alimentos, empleo, medicinas y libertad”, subraya. “No hay que buscar enemigos externos cuando uno tiene enemigos internos”, sigue; “y a mí me parece que hay unos que en Venezuela (...) buscan a veces dónde está el enemigo externo, y a lo mejor el problema está en el modelo económico, en el modelo social, y en la falta de libertades”.

Durante nueve horas de vuelo, Rivera se convierte en punto de peregrinaje para los viajeros venezolanos que se acercan a contarle sus penas. Varios le explican que llevan las maletas cargadas de papel higiénico, de medicinas, jabón y pasta de dientes, para combatir la carestía de un país cuyos supermercados tienen las estanterías vacías. Un pasajero hasta le enseña el dedo con la marca del anillo de casado, que no lleva, para evitar un asalto. Y muchos de ellos le alientan mientras espera la maleta tras pasar la frontera.

Entonces Rivera se encuentra con Tintori. Menciona a Podemos. Y la precampaña electoral española entra en Venezuela.

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