Con aplausos y gritos de ¡Alá es grande! despedían cientos de personas a la ambulancia que supuestamente llevaba hacia un hospital el cuerpo del niño marroquí de 5 años, Rayam Oram, que cayó a un pozo el pasado martes 1 de febrero en el pueblo de Ighran, en la montañosa provincia norteña de Chefchaouen, en el norte de Marruecos.

El júbilo inicial de los cientos de personas que se habían acumulado en torno al lugar del suceso dio paso a la tristeza tras conocerse que Rayam Oram había sido rescatado sin vida tras más de cuatro días en el fondo del pozo. Los padres habían sido escoltados a una ambulancia antes de que saliera el cuerpo del niño.

La Casa Real marroquí confirmó el suceso a través de un comunicado en el que el rey Mohamed VI expresaba “sus sinceros sentimientos de pésame a la familia en este doloroso incidente". El rey quiso mostrar también su agradecimiento por los esfuerzos de las autoridades y fuerzas públicas, la sociedad civil y la "fuerte" y "amplia" solidaridad expresada a los familiares del pequeño.

Según la nota de la Casa Real, el rey había estado en todo momento "instruyendo a los funcionarios para que utilizaran todos los medios necesarios para sacar al niño del pozo y devolverlo con vida a sus padres".

Un trabajo minucioso de excavación

Tras conocerse la noticia de que Rayan había caído en el pozo, la familia y algunos voluntarios intentaron acceder por el agujero, pero su estrechez de entre 30 y 50 centímetros lo impidió. Posteriormente internaron un móvil con la cámara encendida para verificar que el niño estaba allí.

Una vez llegaron los servicios de rescate, se procedió a cavar un túnel que de conexión para llegar hasta el lugar en donde se encontraba el niño, a quien se le había proporcionado agua y oxígeno, si bien los servicios de rescate no pudieron asegurar que los hubiera utilizado.

Este sábado por la mañana, el jefe del comité de rescate, Abdelhadi Temrani, aseguraba que “no es posible determinar la condición del niño en absoluto en este momento. Pero esperamos en Dios que el niño esté vivo”, tras haber introducido en el pozo una cámara sonda.

Las labores de rescate se habían complicado en las últimas horas debido a una roca de gran tamaño que bloqueaba el acceso hasta el niño. “Los excavadores encontraron una roca dura en su camino y, por lo tanto, tuvieron mucho cuidado para evitar deslizamientos de tierra o grietas”, dijo Temrani.

“Tomó alrededor de cinco horas deshacerse de la roca porque la excavación fue lenta y se hizo con cuidado para evitar crear grietas en el agujero desde abajo, lo que podría poner en peligro la vida del niño y de los rescatistas”, apuntó.

La región marroquí en la que ocurrió el accidente cuenta con numerosos pozos que abastecen los cultivos de cannabis que son uno de los principales sustentos de la zona. Por el momento se desconoce la causa por la que el niño cayó al pozo. Su padre asegura que un barril tapaba la boca del pozo y que el niño tuvo que haberlo movido para caer al interior. (France24)

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