Reflujo solidario en la UE

  23 Diciembre 2016    Leído: 416
Reflujo solidario en la UE
En 2016 han llegado menos migrantes y refugiados que el año anterior, pero han muerto más en el intento

Europa va a entrar en 2017 sin haber resuelto la expectativa de que se agraven las contradicciones que le han impedido afrontar con generosidad y rigor la crisis de los refugiados. El año termina con la dramática paradoja de que, gracias al acuerdo con Turquía, han llegado menos migrantes, pero son más los que han muerto en el intento. En 2015 llegaron más de un millón de refugiados y se contabilizaron 3.771 muertos; en 2016 las llegadas han caído hasta 327.000 pero ya llevamos más de 3.800 fallecidos en travesías temerarias que convierten el Mediterráneo en un mar de muerte.


El próximo año están previstas elecciones en países como Alemania, Francia y Holanda, lo que puede acentuar el reflujo solidario de la UE. Si 2015 se caracterizó por la nula colaboración de una parte de los países, especialmente del Este de Europa, con la política de refugiados, 2017 puede ser aún peor. La capacidad de solidaridad se agota por momentos incluso en el país que ha sido más generoso y consecuente: Alemania. El atentado terrorista de Berlín ha dado munición al populismo xenófobo y la canciller Angela Merkel afronta ahora nuevas dificultades.

La UE pretende restablecer en marzo el mecanismo del reglamento de Dublín que obliga a que los refugiados tramiten el asilo y se queden en el país de llegada. Ello hará recaer de nuevo el grueso del problema sobre Italia y Grecia, lo que resulta manifiestamente injusto: a donde se dirigen los refugiados es a Europa, y no a esos países en concreto. Tienen razón sus Gobiernos al quejarse y mostrarse escépticos sobre la capacidad de la UE para asumir después los contingentes que lleguen. Hasta ahora no se ha obligado a cumplir el compromiso de septiembre de 2015 de repartir en dos años a 160.000 refugiados asentados en Grecia e Italia. Más de un año después apenas se han reubicado 8.200, el 5% del total. Es muy lamentable que España figure entre los más reticentes —398 de los 16.000 comprometidos y otros 1.449 de Líbano y Turquía— pese a que ciudades como Madrid y Barcelona tienen dispositivos preparados para acoger.ElPais

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