El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y la delegación que lo acompaña, llega hoy a Ankara para la VII Cumbre Turco-española.
Estas cumbres, consideradas importantes en la política exterior española y celebradas con un número reducido de países, permiten abordar y actualizar periódicamente las relaciones bilaterales estratégicas desde todas las dimensiones, reporta AZERTAC refiriéndose a Agencia Anadolu.
Pese a que recientemente las cumbres entre España y Turquía no se han celebrado con regularidad por diversos motivos, es un hecho que contribuyen al fortalecimiento de las relaciones bilaterales en todos los ámbitos.
De hecho, las relaciones con España, uno de nuestros socios comerciales importantes y uno de los Estados miembros de la Unión Europea (UE) que realiza más inversiones directas en Turquía, han cobrado impulso y se han intensificado en los últimos 25 años, especialmente desde 2009, cuando se llevó a cabo la primera cumbre bilateral.
La Cumbre de Estambul, que fue presidida en 2009 por los entonces primeros ministros de los dos países, José Luis Rodríguez Zapatero y Recep Tayyip Erdogan, ahora presidente turco, se puede considerar como un reflejo en las relaciones bilaterales de la iniciativa “Alianza de Civilizaciones” que había sido lanzada por ambos mandatarios cuatro años antes bajo los auspicios de las Naciones Unidas (ONU).
En la Cumbre de Estambul, el expresidente del Gobierno español Zapatero expresó clara y expresamente su apoyo al proceso de adhesión de Turquía a la UE, que era el tema principal de la agenda en ese momento, y abrió la puerta a una nueva era en las relaciones entre los dos países.
En este contexto, cabe destacar que no solo la administración del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al que pertenece Zapatero, sino también la del otro partido que ha gobernado España alternativamente, el Partido Popular (PP), han apoyado nuestro ingreso a la UE, que se ve cada vez más improbable en la actualidad.
Cabe destacar que, de hecho, las cumbres V y VI tuvieron lugar en Ankara y Madrid durante la presidencia de Mariano Rajoy del PP en 2014 y 2018, respectivamente. En otras palabras, a diferencia de muchos países de la UE, España es un país cuyo gobierno y oposición apoyan a Turquía en varios asuntos, incluida la adhesión a la UE, y que tiene una política de Estado visible en esta dirección.
En realidad, este apoyo de España es muy valioso no solo para Turquía, sino también para que la UE vuelva a poner en práctica los valores con los que nació, ya que, en evidente traición a las ideas de sus padres fundadores, algunas corrientes que excluyen diversas creencias religiosas han resucitado en el bloque y las políticas de aquellos que anhelan el pasado colonial de los imperios han cobrado peso en la región.
El apoyo de España a Turquía no se limita únicamente a su ingreso a la UE. España es el principal miembro que le pone un freno en la UE a Francia, un país que apoya a la organización terrorista que EEUU declara hoy como aliada en Siria, el PKK, y que con sus anhelos coloniales intenta rodear a Turquía en el Mediterráneo oriental y el Egeo usando a la Administración grecochipriota (GCA) y Grecia.
Finalmente, es de resaltar que España no formó parte de la declaración sobre el caso Kavala firmada por algunos embajadores occidentales en Turquía y tiene cuidado de no tomar posición contra Ankara en tales iniciativas contrarias a la diplomacia.
La posición política que ha adoptado con respecto a Turquía en este sentido legitima el uso del término “verdadero amigo” para referirnos a España.
Al decir esto, por supuesto, es imposible ignorar la frase que se le atribuye al gran hombre de Estado francés Charles de Gaulle, aceptada extensamente en la diplomacia: “los Estados no tienen amigos, solo tienen intereses”. Esta es la razón por la cual esta política de Estado defendida tanto por el Gobierno español como por la oposición tiene un trasfondo. En este contexto, el enfoque generalmente aceptado es que existen paralelos en las historias de ambos países.
Cabe destacar que el rasgo más importante de las relaciones entre los dos países, establecidas a finales del siglo XVIII durante el período otomano, es que a diferencia de las que se desarrollaban con algunas de las grandes naciones europeas de la época, no se desviaron de la línea de la paz y amistad.
Es posible decir que el factor principal que influyó en esto es que las áreas de influencia de ambos países no se superpusieron mucho luego de la guerra de Lepanto de 1571.
Por ejemplo, España volvió su mirada hacia Latinoamérica tras el descubrimiento del nuevo continente y no mostró ambiciones coloniales en las regiones cercanas a nuestras fronteras, a diferencia de Francia con quien hoy, al igual que hace un siglo, tenemos serios problemas en las relaciones bilaterales.
Por otra parte, los destinos de España y del Imperio Otomano se cruzaron también cuando el primero perdió su condición de Imperio y se retiró a su territorio tras el Desastre del 98, y el segundo perdía sus tierras y luchaba por sobrevivir en el mismo periodo. Múltiples historiadores llaman la atención sobre estos paralelos en las experiencias de los dos países.
El investigador inglés William Chislett, bastante conocido en Turquía, trató este tema en su artículo de 2009 titulado “Lecciones españolas para Turquía” publicado en El País [1]. En él Chislett enfatiza que España, cuya población es cristiana, es uno de los pocos países que apoyan seriamente el ingreso a la UE de un país musulmán.
Luego, señala las similitudes entre los dos países tanto en la historia antigua como en la reciente como la razón de este apoyo. En este contexto, llama la atención que, desde la década de 1950, ambos países tienen bases estadounidenses en sus tierras debido a su importancia geoestratégica, fueron gobernados por golpes militares o dictaduras durante un tiempo, y luchan contra el micronacionalismo y el terrorismo separatista (ETA y PKK).
Más adelante, el investigador recomienda a Turquía tomar como ejemplo a España en el exitoso proceso de democratización del Ejército, llevado a cabo en la década de 1980 por Narcís Serra, el ministro de Defensa del primer gobierno de Felipe González, así como en el alineamiento del Gobierno y la oposición en el objetivo de ingresar a la UE, y la redacción de una nueva Constitución.
No hay duda de que hay muchos temas en los que Turquía puede tomar ejemplo de España. En cuanto a las recomendaciones de Chislett, observamos que solo la primera de ellas se ha realizado hasta ahora, ya que la era en la que los comandantes autoproclamados hombres de Estado se involucraban en la política terminó luego de que los miembros de FETO fueran purgados.
Sin embargo, el objetivo de la UE se ha bloqueado principalmente debido a problemas externos a nosotros y el tema de la nueva Constitución debido a problemas internos. Por otra parte, debido a que EEUU la dota de armas y equipos, no parece fácil por ahora acabar con la banda terrorista PKK, junto con su brazo en Siria (YPG), de la manera como España forzó a ETA a desarmarse y disolverse.
En conclusión, es obvio que los paralelos históricos entre los dos países son tan amplios que podrían ser tema de muchos textos e incluso libros. Sin embargo, en resumen, es posible decir que el hecho de que la Península Ibérica, así como las tierras otomanas, fueran el punto de encuentro de tres religiones durante una época unió a Turquía y España sobre una base de principios, como en la Alianza de Civilizaciones, en términos de darle importancia a la contribución de la convivencia pacífica de diferentes culturas y religiones, a la paz y a la seguridad internacional.
Además, es una ventaja que las esferas de influencia religiosa, lingüística y cultural de los dos países no se superpongan geográficamente. Esta situación deja el campo libre al establecimiento y desarrollo de una sincera asociación estratégica entre los dos países, y permite que los dos se abran a las esferas de influencia del otro.
La asociación estratégica turco-española garantiza, no solo una mayor estrechez de las relaciones bilaterales en todos los campos, sino también la apertura de Turquía a los países latinoamericanos, y de España a los países de nuestro círculo cercano y la recién establecida Organización de los Estados Túrquicos. Esto revela que los cimientos de una amistad, que abraza los intereses de ambos países y que se ajusta a su definición, son sólidos.
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