El nuevo misil será instalado en los bombarderos estratégicos supersónicos rusos Tupolev Tu-22M3, que cuentan con un diseño de ala de geometría variable, de tal modo que este avión diseñado durante la Guerra Fría con el objetivo de hundir portaaviones enemigos reanudará su misión, informó la cadena rusa Zvezda en un informe publicado el viernes.

Los X-32 son prácticamente invulnerables e inalcanzables por las aeronaves enemigas e indetectables por los modernos medios de defensa aérea debido a su trayectoria y alta velocidad. Una vez lanzado, el proyectil llega a una altura de 40 kilómetros hasta la estratósfera, inicia un recorrido horizontal a su objetivo a una distancia de hasta 1000 kilómetros y a una velocidad de 5000 kilómetros por hora, y baja en picada para impactar contra la cubierta del portaaviones.

En altitudes de más de 30 kilómetros la eficacia de la defensa aérea de los grupos de batalla de portaaviones se reduce. Por otra parte, el misil llevará a cabo de forma certera maniobras de evasión de misiles enemigos y tendría una fuente de interferencia de radares”, explicó el experto militar ruso Dmitri Kornev.

“En altitudes de más de 30 kilómetros la eficacia de la defensa aérea de los grupos de batalla de portaaviones se reduce. Por otra parte, el misil llevará a cabo de forma certera maniobras de evasión de misiles enemigos y tendría una fuente de interferencia de radares”, explicó el experto militar ruso Dmitri Kornev.

Se trata de un misil con una precisión muy alta sin depender de los sistemas satelitales GPS o GLONASS, ya que cuentan con sistemas de navegación inercial y de guiado automático, que no necesita utilizar señales de satélite.

Estos proyectiles, cuyo funcionamiento acaba de ser probado, están diseñados para devastar objetivos de gran tamaño como estaciones de generación eléctrica, sistemas de radares, bases militares, barcos y puentes. Cada Tu-22M3 será capaz de portar un máximo 3 misiles X-32.

"Dada la carga explosiva de la ojiva y la velocidad de acercamiento [del misil], un X-32 puede romper la borda de un portaaviones dejando un agujero de 20-30 metros cuadrados.

Y si consideramos que los misiles pueden ser lanzados durante fuertes tormentas -tiempo que complica en varias veces la actuación de los radares de la defensa aérea- el agua de mar inundaría rápidamente el portaaviones atacado, terminando así el proceso [de su hundimiento]”, aseguró otro experto militar Alexéi Leonkov.

hispan TV.

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