La OMS alerta de que la falta de equipos de protección “pone en riesgo” a los sanitarios

  05 Marzo 2020    Leído: 943
La OMS alerta de que la falta de equipos de protección “pone en riesgo” a los sanitarios

La demanda de mascarillas en las farmacias españolas ha subido un 20.000% con respecto al año pasado.

Cada mes los trabajadores sanitarios de todo el mundo necesitan 2,3 millones de mascarillas con filtro, 89 millones de las quirúrgicas, 30 millones de batas, 1,6 millones de gafas protectoras, 76 millones de guantes y 2,9 millones de litros de desinfectante de manos para hacer frente al coronavirus. Pero no hay suficientes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha avisado de que su escasez les pone en riesgo y ha pedido un aumento de la producción global de un 40% para hacer frente a la demanda.

“Sin cadenas de suministro seguras, el riesgo para los trabajadores de la salud en todo el mundo es real. La industria y los Gobiernos deben actuar rápidamente para aumentar la oferta, aliviar las restricciones a la exportación y adoptar medidas para detener la especulación y el acaparamiento. No podemos detener la Covid-19 sin proteger primero a los trabajadores de la salud”, ha dicho el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Hay países que ya están tomando medidas. El Gobierno alemán ha anunciado el miércoles que se encargará del suministro de la ropa de protección médica que se requiere con urgencia y ha ordenado suspender su exportación para contar con el equipamiento necesario en la lucha contra el nuevo coronavirus. Francia ha requisado todas las existencias de mascarillas del país para reservarlas para el personal sanitario y los contagiados por el coronavirus.

En España no se contemplan por el momento este tipo de medidas y la versión oficial es que hay suficientes en los hospitales. Sin embargo, muchos de ellos han tenido que protegerlas bajo llave y fuentes sanitarias aseguran que su uso se vigila con lupa. En un hospital psiquiátrico de Madrid las han guardado en el mismo lugar que los opioides. Y los robos se han multiplicado. En el Hospital Clínico de Valladolid sustrajeron 5.000 mascarillas la semana pasada. “En los de Madrid han desaparecido muchas. Muchas estaban en la puerta de las habitaciones de los enfermos y los familiares se las han llevado”, denuncia Julián Ordóñez, portavoz de Sanidad de UGT Madrid. “También sabemos que algunos trabajadores se han llevado algunas para su casa”, advierte.

La demanda en la calle se ha disparado. En las farmacias ha subido un 20.000% con respecto a la misma semana del año pasado. Cada día se piden unas 130.000 y la oferta solo cubre alrededor de un 10% de esta demanda, según señala un portavoz de la Federación de Distribuidores Farmacéuticos. “Los fabricantes no dan abasto”, asegura.

La buena noticia es que la población general no necesita mascarillas. Ni la OMS ni el Ministerio de Sanidad recomiendan su uso generalizado. La mala noticia es que pueden llegar a faltar donde realmente son necesarias, y que los precios se han disparado. En una red de hospitales concertados están tratando de coordinar la compra para que les salga más barato, porque, asegura una fuente del sector, las de seguridad para el personal (las FFP2) han pasado de costar poco más de un euro a ocho.

“Y si te metes en Wallapop —la aplicación líder en ventas de segunda mano— las encuentras ahí a precios desorbitados”, asegura el portavoz de UGT. Así es. Un simple vistazo con las palabras “mascarillas coronavirus” y se encuentran desde los 25 hasta los 150 euros. Un precio muy por encima del mercado. La mayoría se podrían encontrar hasta hace unos días por solo 50 céntimos. En Amazon la venta también se ha multiplicado. La más vendida, un pack de dos de la marca 3M, está “temporalmente sin stock” y el envío del resto de modelos se demora hasta las tres semanas ante la alta demanda.

“Esto es una locura. No habíamos vivido una cosa igual”, cuenta por teléfono Vladimir Peñafiel, director de operaciones de Rubix, la principal compañía en España de suministro industrial. “Entre enero y febrero hemos vendido seis millones de mascarillas, lo que vendemos en seis meses. Con otras pandemias como la gripe A o el SARS no había esta necesidad”. Dice que le llaman particulares directamente. “Tenemos 45 sucursales en España y es un goteo constante de llamadas de ciudadanos pidiendo mascarillas”. El problema de esto, cuenta, es el desabastecimiento al resto de industrias, como la del automóvil. “No podemos privarles de ellas. No se pueden parar las líneas de distribución de una fábrica. Lo tenemos por contrato”.

“Si sigue a este ritmo”, aventura Peñafiel, “el Gobierno tendrá que hacer lo mismo que Francia”. Y pone como ejemplo lo que les contaron unos compañeros italianos hace una semana durante una convención. “Nos dijeron que los carabinieri entraron en su fábrica y requisaron la mitad de las mascarillas que tenían por orden del Estado”.

“Estamos desbordados”, contaba hace solo cinco días la directora comercial de Productos Favesam, el principal distribuidor de mascarillas sanitarias a hospitales, farmacias y particulares, al grupo Vocento. La empresa, con sede en Portillo (Toledo), ha tenido que ampliar la plantilla. “Hemos pasado de importar mascarillas a China a tener que vendérselas a los chinos. Antes vendíamos 100.000 mascarillas en seis meses y ahora atendemos pedidos para vender 300.000 en dos minutos”.

¿Cuándo son útiles las mascarillas?
La OMS ha establecido en su web una serie de consejos para el uso de las mascarillas. Solo se necesitan en dos casos: si se atiende a alguien que se sospeche que lleva la infección (para las que son útiles las que tienen filtro) y si tiene tos o estornudos (en este caso, las quirúrgicas). La OMS insiste en que solo son eficaces si se combina el lavado frecuente de manos con una solución hidroalcohólica o con agua y jabón. “No hay que tocarla mientras se usa y, tan pronto como esté húmeda, tírela”, advierte. Para quitarse la mascarilla, recuerda, ha de quitarse siempre por detrás y sin tocar la parte delantera. Hay que desecharla en un recipiente cerrado y volver a lavarse las manos.

elpais


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