Los refugiados sirios se desplazan:  “Si pasamos todos a la vez, no podrán impedirnos entrar en Europa”

  29 Febrero 2020    Leído: 1056
 Los refugiados sirios se desplazan:   “Si pasamos todos a la vez, no podrán impedirnos entrar en Europa”

Cientos de refugiados se agolpan en el límite entre Grecia y Turquía en un intento desesperado de llegar a la UE.

Centenares de migrantes y refugiados sirios han comenzado a dirigirse hacia la frontera con Grecia tras informaciones, no confirmadas oficialmente aún, de que Turquía dejaría paso libre a los refugiados sirios que quieran escapar hacia la Unión Europea. Una iniciativa que se atribuye a un intento de Ankara por presionar a Bruselas a fin de que se implique en contener el drama humanitario que se vive en la frontera entre Turquía y Siria, donde se agolpan más de un millón de civiles que huyen de los ataques del régimen de Bachar el Asad. Esto, en plena escalada bélica en la región después de que una treintena de soldados turcos murieran este viernes en un ataque en la provincia de Idlib, principal foco de enfrentamiento entre Ankara y Damasco.

Al caer el sol, una veintena de hogueras surgen a las puertas del territorio europeo en el límite entre Turquía y Grecia. Una de esas hogueras está en el propio paso fronterizo de Pazarkule-Kastanies, en los 100 metros de tierra de nadie que separan el arco que despide al territorio turco y el que da la bienvenida al griego. Son un centenar de refugiados que se han quedado atrapados allí, impelidos por los turcos a cruzar al otro lado y rechazados por los griegos.

“¿Yunan? ¿Yunan? [Grecia, en árabe]”, pregunta un gendarme turco a un grupo de sombras, entre las que se halla este periodista: “Adelante, seguid hacia adelante por ahí, el paso es libre”. Pero no, no se puede pasar. Unos metros más adelante a través de campos de labranza, uno se da de bruces contra la doble valla metálica, de tres metros de altura y cubierta de alambre de espino, construida por Grecia en 2012 para impedir el paso en la decena de kilómetros de su frontera terrestre con Turquía no delimitados por el río Evros. Junto a la valla, el fuego de las hogueras ilumina las siluetas de los refugiados que tratan de ahuyentar el frío. Son casi todos hombres jóvenes —sirios, afganos, algún iraní—, pero también hay familias con niños pequeños que tosen y lloriquean por el irritante humo de las hogueras.

Nurulá dice que esperan la noche para pasar, al menos eso es lo que les hacen entender los militares que se pasean entre las fogatas y no les echan, como solía ser lo habitual en un territorio considerado zona de seguridad. “¿Esta valla?”, señala Nurulá, “esto no es nada, si pasamos todos a la vez no podrán detenernos”. El joven afgano llegó a Turquía hace ocho años, con apenas 12 años. Ha sobrevivido a las calles y a trabajos mal pagados en Estambul hasta hacerse adulto, pero está harto. “En 2015 no me creía que iban a abrir la frontera, perdí mi oportunidad de llegar a Europa. Ahora pasaremos”. Alguien dice que, quizás, con unas tijeras, si abrieran un hueco en la verja...

Durante todo el día, cientos de refugiados han llegado a las áreas fronterizas con territorio europeo. Ha habido intentos de cruzar a través del río Evros y las televisiones turcas han mostrado pateras que partían a plena luz del día desde la costa del mar Egeo en dirección a las islas griegas. A Edirne, ciudad fronteriza con Grecia y Bulgaria, han llegado centenares de vehículos: taxis, coches particulares, minibuses y autobuses cargados de refugiados.

Quién los ha fletado es el gran misterio, pero no cabe duda de que cuentan con el visto bueno de las autoridades. En el distrito de Fatih, del que partió una decena de autobuses, todos ellos llevaban el sello de Türsab, la federación de agencias de viaje y turoperadores de Turquía. Según confiesa uno de los conductores, pertenecen a la empresa Çelik Turizm. Un encargado de gestionar los viajes, que no quiere dar su nombre, afirma que se han organizado a petición de “un ciudadano sirio llamado Mehdi que telefoneó de noche tras conocerse que se abriría la frontera y que aseguró que había muchas peticiones de sirios que querían ser trasladados a la frontera”. Preguntado por quién paga los vehículos, responde: “Lo hacemos gratis, bastante nos ha costado mantener a los sirios aquí, así que ahora les ayudamos a que se vayan”.

Gases lacrimógenos
Pero quienes han tratado de cruzar al lado griego se han visto repelidos por gases lacrimógenos, bombas de sonido e incluso disparos al aire de las fuerzas de seguridad griegas. Todos los pasos fronterizos entre Grecia y Turquía fueron temporalmente cerrados este viernes, incluso al paso de mercancías o ciudadanos europeos. “¿No habían dicho que abrían la frontera? Entonces, ¿por qué no podemos pasar? ¿Por qué dicen que van a abrir la frontera sin acordarlo con la otra parte?”, se quejan dos iraníes junto a la valla, mientras afirman sentirse utilizados como peones del juego político entre Gobiernos. “Sabes lo que te digo, que si esto es justicia...”, maldice uno.

Ferdi, también iraní, trata de evitar que su pequeña hoguera se consuma echándole ramas que en realidad hacen más humo que fuego. “¿Quieres agua? Agua es todo lo que he traído, lo he dejado todo atrás en Estambul, porque pensaba que íbamos a cruzar”. Repasa su vida miserable con gesto abstraído mientras sigue con sus ramas: “La vida no ha sido justa con nosotros. En Irán te explotan, vine aquí pensando en tener una vida mejor, pero no. Esto se está volviendo como Irán. Yo tengo ganas de vivir un tiempo en un país tranquilo. Hay guerra allá, hay guerra aquí con Siria, en Afganistán, en Irán, en toda la región. Y para los demás países es como un juego, venden armas, acuerdan cosas, las cambian, malmeten aquí y allá”. “Pero”, remata con los ojos vidriosos, “esto no aguantará mucho más. Quizás no será hoy ni mañana, pero este humo también terminará por meterse en los ojos de Alemania e Inglaterra y los demás países europeos”.

elpais


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