Alarma en Reino Unido por el riesgo de "una generación suicida"

  15 Febrero 2019    Leído: 919
Alarma en Reino Unido por el riesgo de "una generación suicida"

El número de jóvenes que se quitan la vida se ha duplicado en ocho años en las islas británicas

"No me cabe ninguna duda de que Instagram ayudó a matar a mi hija". Catorce meses después del suicidio de Molly Russell, de 14 años, su padre Ian ha decidido romper el silencio y lanzar su dedo acusador contra las redes sociales. Treinta familias, de otros tantos adolescentes que se quitaron la vida, se han sumado a la petición lanzada por Ian Russell desde la páginas de 'The Sunday Times', ante las inquietantes estadísticas: el número de suicidios de menores se ha duplicado en ocho años en el Reino Unido.

Molly Russell era una chica aparentemente normal, que nunca había dado mayores problemas a sus padres. Estudiaba en el Hatch End High School de Harrow, donde destacaba por su entusiasmo y su capacidad de iniciativa. Una noche cualquiera, en noviembre del 2017, acabó sus deberes, hizo la mochila y lo preparó todo para ir al instituto. Cuando sus padres abrieron la puerta de su dormitorio a la mañana siguiente, se la encontraron muerta junto a una nota que decía: "Lo siento. Es culpa mía".

Los padres buscaron desesperadamente respuestas. Y un simple vistazo a las cuentas de Instagram y de Pinterest de su hija fallecida les provocó "un escalofrío de horror". Ansiedad, depresión, autolesiones, suicidio... "Aquello no fue más que un atisbo del profundo efecto que las redes tuvieron sobre mi adorable hija", confesó Ian Russell. "Tenemos el terrible pensamiento de que puede haber sido aún más siniestro".

La investigación policial de la muerte de Molly Russell puede sacar a la luz las razones hasta ahora ocultas sobre el camino hacia la autodestrucción de la niña de 14 años. Una de sus cuentas siguió recibiendo instrucciones sobre cómo cometer un suicidio incluso después de su muerte. Su hermana mayor, Alice, recibió varios mensajes amenazantes en el primer aniversario: "Molly se mató a sí misma, afrontadlo de una vez". Sus padres libran una batalla personal con los gigantes tecnológicos para tener acceso a todos los datos relacionados con la actividad online de su hija.

Las alertas se han disparado estos días en las islas británicas a la luz de los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística: los suicidios de adolescentes han pasado de tres a más de cinco por cada 100.000 en apenas ocho años. "Los adolescentes británicos se sienten miserablemente", titulaba también 'The Sun', tras la encuesta de la OCDE que confirma que los británicos se encuentran en el furgón de cola de 48 países analizados por el índice de "satisfacción vital" entre los menores de edad.

Y a todo esto se une el impacto causado por el sondeo de YouGov: el 18% de los adolescentes y jóvenes entre 16 y 25 años admite que "no merece la pena vivir" y el 27% siente que su vida "no tiene propósito". El 48% admite su "ansiedad ante el futuro" en comparación con la vidas de sus amigos online y el 57% reconoce que las redes sociales ejercen una "presión abrumadora" para tener éxito.

"Hay un tremendo aumento de la infelicidad entre nuestros niños y cuando preguntamos por qué a los expertos, siempre dicen que la culpa es de la redes sociales", sostiene Esther Rantzen, que lanzó la ONG Childline, nacida como un consultorio de prevención de abusos físicos y mentales de los menores en 1986. "El tipo de llamadas que recibimos ha cambiado mucho en estos años y son cada vez más preocupantes. Los niños hablan de pensamientos suicidas y de falta de alicientes en la vida. Sufren ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, autolesiones". "Los chavales buscan consuelo en internet, donde hay gente que padece los mismos problemas", alega Rantzen. "Trágicamente, las soluciones que encuentran son mecanismos para copiar las autolesiones, hasta el punto del suicidio. Lo que necesitamos en un regulador independiente, y lo necesitamos ya".

Elmundo


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