Junto con Belfast, Derry fue una de las ciudades más castigadas durante tres décadas de violencia sectaria de paramilitares lealistas protestantes y enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad británicas y militantes del Ejército Republicano Irlandés (IRA).
Desde la firma del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, quedan grupúsculos de disidentes republicanos activos, aunque sin fuerza ni infraestructura para sostener una campaña con bombas.
El Brexit, al que se opuso más del 56% en Irlanda del Norte, está reavivando el temor al retorno de la violencia paramilitar si la falta de acuerdo entre Londres y Bruselas provoca la reconstrucción de una frontera física en la isla.
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