El asunto merece sin duda una investigación independiente y al más alto nivel, no ya solo porque se trate de un “asesinato político”, como dijo Erdogan, pues estos casos abundan mucho más de lo deseable, sino porque el hecho de haberse producido dentro de una legación diplomática es un reto a los cimientos de las relaciones internacionales.

Pero nadie ha dado el paso. El martes, los ministros de Exteriores del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos) emitieron un comunicado conjunto en el que condenaban “en los más duros términos” el asesinato del periodista saudí y señalaban la necesidad de una pronta y creíble investigación con la plena colaboración de las autoridades turcas.

La alta representante de la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, reiteró estos términos ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, pero qué hará y qué no hará la UE sobre el caso lo expresó como sigue:

“La reacción de la Unión Europea a partir de ahora dependerá de los próximos pasos que den las autoridades saudíes. Continuaremos, primero de todo, coordinándonos entre nosotros, con posiciones europeas coordinadas, pero también seguiremos coordinándonos con nuestros socios alrededor del mundo.Y seguiremos el caso y trabajaremos para coordinar la reacción apropiada, que tiene que ser unida a nivel europeo, y junto con nuestros socios internacionales, como he dicho”.

¿Está claro que la UE se va a coordinar de algún modo con alguien?

La única nota destacable es que la UE espera a ver qué hace Arabia Saudí, y Arabia Saudí no se espera que haga nada, desde el momento en que todo el mundo apunta al príncipe Mohamed bin Salman como autor intelectual del asesinato, incluso Donald Trump en sus últimas declaraciones. Como dice el comentario en Twitter de un saudí en el exilio, los 18 detenido en Riad no lo han sido por matar a Jamal Khashoggi, sino por hacerlo tan mal...

El pasado viernes, después de que Arabia Saudí reconociera que Khashoggi pereció en su propio consulado de Estambul, el secretario general de la ONU, António Guterres, “subrayó la necesidad de que se investigue de manera inmediata, amplia y transparente las circunstancias del fallecimiento y de que se procese a los responsables”, según el comunicado oficial.

Esa investigación está en marcha, como es sabido, por parte de la fiscalía de Estambul. Una investigación paralela por parte de la ONU sería posible porque tiene los recursos y la capacidad legal para hacerla. Guterres aboga por ella pero, según dijo su portavoz Farhan Haq, el secretario general puede ordenarla si es petición de las partes más directamente implicadas -es decir, Turquía y Arabia Saudí- o si hay un mandato legal de un organismo de la ONU.

En este pase de pelotas tras el discurso de Erdogan, el ministro turco de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, dijo a la agencia Anadolu que “si hay una petición de una investigación internacional, colaboraríamos”. Pero ese ofrecimiento no constituye una petición para que António Guterres actúe, señaló el portavoz Haq. Y Erdogan dijo que desearía que los culpables sean juzgados en Turquía, lo cual es algo exageradamente improbable.

Sólo las organizaciones de derechos humanos y de defensa de los periodistas piden una investigación internacional

Tan solo Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Comité para la Protección de los Periodistas y Reporteros Sin Fronteras piden que Turquía solicite a la ONU tal investigación.

Así que tenemos unos presuntos autores materiales que pronto pasarán al olvido, un autor intelectual del que todo el mundo está seguro pero que no será jamas procesado (hay que recordar, aunque solo sea como anécdota, el caso del dictador sudanés Omar al Bashir, acusado de genocidio por la Corte Penal Internacional y que ha podido viajar libremente sin ser nunca detenido). Y un cadáver que todavía no ha aparecido...

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