"Golpear a Michel Temer es fácil, golpear al Gobierno es fácil, fácil es únicamente criticar; quiero ver hacer, quiero ver conquistar, quiero ver construir y realizar lo que nosotros hemos conseguido avanzar en tan poco tiempo", remarcó el presidente.

El líder del Ejecutivo aseguró que en sus viajes internacionales certificó que el país es muy bien visto, una visión externa "positiva y optimista" que no se corresponde con lo que algunos difunden internamente, lamentó.

Habló de una "hinchada organizada del fracaso" que quiere "perder el partido" todos los días, pero añadió que Brasil remontó y que muchos se empeñan en no admitir el éxito de su Gobierno y por lo tanto el éxito de Brasil.

Temer (Movimiento Democrático de Brasil) citó indicadores como el crecimiento económico y el aumento del salario mínimo, así como los alimentos baratos, la creación de empleo, la intervención militar en el estado de Río de Janeiro y diversas obras de infraestructura, entre otros logros.

"Necesitamos una inyección de optimismo para el país; necesitamos, de verdad, buenos sentimientos, Brasil volvió para ganar y tenemos que estar orgullosos de eso", pidió el presidente.

El líder del Gobierno también pidió "acabar de una vez por todas con la disputa irracional" que busca enfrentar a unos brasileños con otros y enfatizó que las próximas elecciones generales de octubre deben transcurrir con la "mayor tranquilidad".

Temer dijo que trabajará para que así sea, aunque no habló de su eventual candidatura a la presidencia (tampoco habló de otros asuntos de actualidad, como nuevos indicios de corrupción en su entorno o la prisión del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).

Temer es el presidente más impopular de la historia de la democracia brasileña; una encuesta del instituto de opinión Datafolha divulgada el pasado 17 de abril le daba apenas un seis por ciento de aprobación popular, frente al 70 por ciento de brasileños que define su gestión como mala o pésima. 

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