El SPD cosechó en las elecciones generales de septiembre su peor resultado desde 1949. Apenas el 20,5 por ciento de los votos. Entonces Schulz afirmó con insistencia que su partido había sido castigado por participar en la gran coalición previa y que marchaba a la oposición a renovarse. Luego, tras el fracaso de las negociaciones entre conservadores, liberales y verdes, Schulz se vio obligado a operar de forma dramática un giro de 180 grados. Por la creciente presión institucional y el miedo a nuevas elecciones, abogó por abrir los contactos que han culminado en este acuerdo, que ha defendido como "excepcional". Por el camino se ha dejado la credibilidad.
Su partido es reticente a una nueva gran coalición. La dirección dio este viernes luz verde al texto pactado, pero aún tiene que dar su visto bueno al documento base un congreso extraordinario que se prevé, cuando menos, controvertido. Si dan el 'sí' y conservadores y socialdemócratas cierran el acuerdo definitivo en una segunda ronda de negociaciones, aún quedará otra reválida. Un referéndum vinculante de toda la militancia del SPD. Unas 450.000 personas. Si el proyecto descarrila la primera víctima será, esta vez sin escapatoria, el propio Schulz.
El líder de los socialistas alemanes, Martin Schulz. (Reuters)
El líder de los socialistas alemanes, Martin Schulz. (Reuters)
Y si el proceso concluye en una nueva gran coalición —la tercera en cuatro legislaturas—, la espada de Damocles penderá sobre el SPD, que teme alienar a sus votantes al ir habitualmente de la mano de los conservadores. Se arriesga a seguir desdibujando su perfil como socio minoritario y sufrir una hemorragia de apoyos hacia su izquierda y hacia la abstención. La crisis de la socialdemocracia alemana no es un hecho aislado. El Pasok griego y el Partido Socialista Francés se han desplomado en los últimos años.
Una gran coalición en el actual Bundestag es la mejor opción para la ultraderechista AfD. Es la fórmula a la que sacará más rentabilidad su discurso xenófobo y nacionalista. Como tercera fuerza en el parlamento con el 12,6 por ciento de los votos, la alianza entre las dos primeras, le deja como líder de la oposición. Obtendrá más visibilidad, mayor financiación y una serie de privilegios protocolarios. Además, podrán seguir con su discurso de que los grandes partidos tradicionales son iguales y están minando Alemania en favor de las élites. Un gobierno débil y dividido, como podría tener el país en los próximos años, también les beneficiaría políticamente.
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