Se indica, además, que la Policía suele confiscar sus bolsas de dormir, mantas y ropa, a la vez de contaminar su comida y agua "para presionarlos a dejar el área", actos que HRW califica de violación de derechos humanos y de las normas internacionales de la conducta policial.
"Si nos encuentran durmiendo, nos rocían y toman todas nuestras cosas", cita la organización al migrante Biniam T., de 17 años.
El informe señala que las autoridades francesas "hacen la vista gorda" a los actos de la Policía e insta a garantizar "de inmediato e inequívocamente" el cumplimiento de la normas internacionales sobre el uso de la fuerza.
"El Ministerio del Interior debería trabajar con las agencias y grupos humanitarios apropiados para proporcionar alojamiento lo antes posible a todos los solicitantes de asilo y para organizar el alojamiento de emergencia para cualquier inmigrante indocumentado sin refugio en Calais", insiste HRW.
Agrega que las autoridades locales "deben velar por que los niños migrantes no acompañados tengan acceso a los servicios de protección infantil, incluidos los refugios con la capacidad suficiente y el personal adecuado".
El informe se basa en entrevistas con más de 60 migrantes dentro y alrededor de Calais, incluidos 31 niños, en junio y julio de 2017.
Más de 700 solicitantes de asilo y otros migrantes, entre ellos hasta 200 niños no acompañados, la mayoría de Eritrea, Etiopía, Afganistán, Irak y Kurdistán viven en las calles y en zonas boscosas de Calais y sus alrededores.
Sputnik
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