Rousseff recordó que el PT consiguió sacar a millones de brasileños de la miseria y que accedieran a servicios públicos, pero faltó atacar la concentración de riqueza porque el proyecto se vio interrumpido por el juicio político que acabó con su gobierno. En su opinión, su destitución, realizada "sin que hubiera delito de responsabilidad", formó parte de una estrategia orquestada por un grupo para retomar el proyecto neoliberal en el que Brasil estaba sumido en los años 90 con el expresidente Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Social Democracia Brasileña). "Quieren completar el trabajo que fue dejado a medias por el Gobierno de Cardoso, que no consiguió vender Petrobras, que no pudo privatizar Eletrobras", decía, alertando de que la derecha brasileña tiene entre sus prioridades acabar con las empresas públicas y con los derechos de los trabajadores.
Según Rousseff, el grupo que orquestó el impeachment —"si hubiera sido solo uno hubiera sido óptimo", dijo irónicamente en referencia al expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha—, tiene tres objetivos principales ahora que ya está instalado en el poder. Para la expresidenta el primero de ellos es la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC) 55, que pretende congelar el gasto público 20 años; el segundo la "ultraconservadora" reforma de las pensiones presentada recientemente y más adelante vendrá la flexibilización del trabajo, pronosticó.
También criticó que muchos de los avances sociales que ella quiso llevar a cabo no salieron adelante por el bloqueo del Congreso Nacional, ya que con 33 partidos políticos se hace casi imposible gobernar, porque todo acaba reduciéndose a un intercambio de favores. "Perdimos el presente, ¿pero qué queremos? Queremos salvar el futuro de este país", resumió Rousseff, que añadió que la clave es luchar por una elección directa, una reforma política y una política de impuestos que tribute al capital.
Sputnik
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