A modo de ejemplo, el también geólogo relató el caso de Estados Unidos, país que invirtió 5.000 millones de dólares tratando de limpiar la grave contaminación de sus aguas subterráneas luego de que la empresa IBM vertiera materiales cancerígenos para el ser humano. EEUU "perforó los pozos de extracción, donde a 20 años todavía tenemos concentraciones (de tóxicos) muy superiores a lo permitido, pero lo hicieron sin siquiera consultar con los científicos, porque eso no se puede hacer", señaló Ronen, quien explicó que las aguas subterráneas se limpian solas, ya que se evaporan y poseen bacterias que realizan dicho "trabajo".
El divulgador científico para la preservación del agua recalcó que los contaminantes del recurso hídrico bajo tierra suben a la superficie, a las ciudades donde vive la gente, y penetran en los hogares. Según Ronen esto ha pasado en diversos lugares del mundo, ya sea en escuelas u otros establecimientos, donde se ha detectado una gran concentración de gases cancerígenos en convivencia con la población. "Yo lo llamó la razón de la sin razón en el racionamiento de las aguas, el por qué tenemos que ver a personas lavarse con agua sucia o cocinar con ésta, por qué un niño tiene que beber este tipo de agua en nuestro planeta o incluso morir por la falta de agua potable", remarcó el doctor en química.
El especialista enfatizó que los Gobiernos culpan a la naturaleza por los devastadores efectos del cambio climático, como inundaciones o sequías, cuando lo que existen actualmente son "problemas de sequía mental", que producen desastres ambientales derivados de la improvisación y la corrupción. Ronen cuestionó la capacidad del ser humano de resolver el conflicto del agua y acuñó lo que llamó el ciclo "hidro-ilógico", donde relata cómo la sequía nos genera ansiedad y consciencia por este problema, pero sin embargo la lluvia nos vuelve apáticos ante la escasez. Asimismo, rechazó que este elemento vital sea utilizado por las "luchas de poder" a nivel mundial e incluso como un "arma mortal", dejando abierta la interrogante de si nos preocuparemos hoy de lo que va a pasar mañana, o dentro de 150 años, cuando el desastre sea inminente.
Sputnik
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